Mon chef, mon citron | Vincent x Rody |

4to Platillo - Cerveza

Por primera vez en mucho tiempo estaba conforme con su vida.

Sus padres se marcharon tras no ganar demasiada información, logró ayudar en la cocina sin provocar un incendio o perder cualquier parte de su cuerpo, Vincent prometió que no le cobraría por esa vez, y ahora disfrutaba tranquilamente de la exquisita carne que llegó a escapar del tenedor de su madre.
Seguía sin entender por qué su jefe le había pedido cordialmente que probara los alimentos por él, pero asumió que fue para hacerlo a su gusto.

Pese a que la textura suave del platillo derritiera dulcemente sus neuronas, el silencio no ayudaba a ingerir tal delicia. No estaba dispuesto a entretenerse mirando su fregadero repleto, así que optó por intentar encender la televisión.

Había tantas interferencias que apenas entendía lo que hablaban, arreglando el problema con un fuerte golpe en el dispositivo.

Volvió a su sofá, viendo vagamente lo que se transmitía.

_... ¿hm?_ Achinó sus esmeraldas desteñidas, inclinándose hacia adelante en un intento de asegurar la veracidad de los hechos.

Creyó distinguir una pierna humana sobre una bandeja metálica, asumiendo que se trataba de una película de terror o algo por el estilo.
Al menos hasta que le prestó atención a los diálogos del locutor.

[El misterioso misógino / asesino serial sigue suelto. Hay aproximadamente quince víctimas registradas, todas mujeres. Este sujeto las arrastra hasta el interior de edificios abandonados y las mutila, aún con vida. No sabemos qué hará con los cadáveres, pero se sospecha que la carne picada que deja en las escenas del crimen no es específicamente de cerdo. Recomendamos a las féminas salir acompañadas de sus esposos o abstenerse de abandonar su hogar en la noche. Ofrecemos nuestro más sincero pésame a las familias de las afectadas. A continuación-.]

La señal se perdió completamente en ese instante, como si el destino hubiera deseado que solo viera ese tramo en particular.

Rody sintió como la carne que tragaba se detenía abruptamente en su garganta, haciéndolo toser hasta que el alimento abandonó su canal respiratorio y rodó en el suelo, cubriéndose de mugre y suciedad.

¿Quién en su sano juicio haría algo así...?

Matar a las personas y cocinarlas... era la mayor atrocidad que sus oídos escucharon.

Sus ojos dieron a parar sobre lo que comía alegremente momentos antes. Tan jugosa y blanda que comenzaba a asquearlo.

¿Podría ser...?

Aquel era un pensamiento promovido por la paranoia, mas la simple idea de que eso no se tratara de un animal de ganado le retorcía las tripas.
Al menos lo suficiente para tirar todo su empeño por el retrete.

Sabía que si Vincent se enteraba de que vomitó la comida que hizo especialmente para él se enfadaría, y con toda la razón del mundo, pero las arcadas actuaban por sí solas.
Sin importar cuánto lo intentase seguía saliendo, la preocupación aumentando.

¿Y si Manon también estaba así? Asustada, indefensa. Bajo el ataque de algún criminal psicópata.

Aunque fuera el caso él no podía hacer nada para ayudarla, y eso solo aumentaba su repulsión hacia su propia persona, al mundo entero, al salvajismo e indiferencia de la sociedad.
Odió estar rodeado de lobos con disfraz de cordero y verse obligado a ser parte del rebaño.

...

¿Por qué las ovejas negras son rechazadas por las demás?

Únicamente quedó el sabor amargo y un estómago vacío cuando pudo detenerse, convenciéndolo de mejor tirar lo que quedaba de carne para que eso no se repitiera al día siguiente.