Cuando el arte se convierte en el lenguaje del deseo, las reglas cambian.
Borja Luzuriaga Ivánovich es el pintor más famoso del momento, conocido por sus obras que deslumbran y cuentan historias que tocan el corazón. Pero detrás de su éxito, Borja s...
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EL AMANECER
"Confiar en ti mismo no garantiza el éxito, pero no hacerlo garantiza el fracaso."
En una ciudad donde el arte, la música y la fama respiraban en cada esquina, se alzaba majestuosa la sede principal de Artlifi Armoni en Madrid, la empresa más grande del mundo en talento y creatividad. Las calles rebosaban de belleza y elegancia, como si cada rincón estuviera diseñado para ser una obra de arte.
En medio de esta metrópolis deslumbrante, con rascacielos que parecían desafiar al cielo, un helicóptero aterrizaba suavemente en los jardines de la empresa. La brisa levantó hojas y pétalos a su paso mientras un joven de cabello azabache descendía con porte confiado.
"¡Quackity, has vuelto!" exclamó un muchacho de cabello castaño y una banda azul en la cabeza.
"¡Roier!" Quackity apenas pudo contener su emoción al correr a abrazar a su amigo, quien le correspondió con una sonrisa radiante.
—Dios, estuviste fuera demasiado tiempo —dijo Roier sin contenerse—. Las oficinas se volvían locas sin ti. Realmente te extrañé, amigo.
Juntos recorrieron los jardines, donde flores exóticas y fuentes armoniosas decoraban el paisaje. La atmósfera vibraba con el bullicio de la vida empresarial y las ideas creativas que daban fama a Artlifi Armoni.
—No te preocupes, Roier —respondió Quackity, con una chispa de determinación en sus ojos—. No me perdería por nada la organización del evento más importante de nuestra empresa.
Roier sonrió con complicidad. Él era más que un asistente personal; era un hermano de corazón, un compañero de batallas. Juntos formaban un equipo imparable.
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POV Quackity
—Por cierto, tu padre quiere verte en su oficina cuanto antes —dijo Roier, bajando un poco el tono.
Solté un suspiro. El cansancio pesaba en cada fibra de mi cuerpo. Dos semanas cerrando negocios en Bélgica con magnates arrogantes no eran precisamente unas vacaciones.