Es habitual que todo aquel que pase un día en la Ciudad Onírica nunca
vuelva a ser el mismo. No porque aprenda una nueva filosofía de vida o porque descubra la forma de triunfar y ser millonario; ni tampoco porque al fin encuentre el amor verdadero... Aquel que pasa un día en la Ciudad Onírica cambiará porque aprenderá lo que es el verdadero terror.Mientras ahonde en esta investigación dedicaré tiempo a escuchar a la gente, a encontrarme con los más extraños sujetos y los lugares más escalofriantes.
Debo mencionar que no soy oriundo de la Ciudad Onírica, lo que resultó ser buena fortuna para mí, puesto que de haber nacido en esta tierra maldita nada de lo descripto en estas páginas sería asombroso y horrendo. Lamentablemente, mi vida lejos de aquí duró poco ya que por vicisitudes laborales terminé arribando al lugar.
La ciudad es preciosa, pequeña, pero preciosa. Es de esos sitios que a la
primera vista te hacen pensar que prosperar y ser feliz es para cualquiera. Pero esos tiempos quizás quedaron en un pasado ya oculto, lejano de los recuerdos y la
memoria.Una vez comprendido esto, ya podemos avanzar con el misterio.
Los turistas no se quedan por largo rato. Esto se debe a una peculiar
bienvenida...Al acceder por la avenida principal tarde o temprano te encontrarás junto a un lago obnubilante y magnífico (una obra deliciosa de la naturaleza). Más allá, donde el agua toca a su fin, es posible apreciar un bosque de inmensos pinos y cedros verde-grisáceos. Siempre avecinan las tormentas por ese sitio.
Ahora bien, al llegar al muelle, donde termina la avenida, accederás a una de las calles secundarias, y mientras realizas la maniobra con tu vehículo hacia la derecha te quedarás pasmado: algo, o alguien, está parado en la esquina. Un hombre, una mujer, un ser asexuado o ni siquiera un ser. Permanece erguido allí, impávido, oscuro y frío como el vacío del espacio.
En este punto uno puede pensar que la cordura se ha escapado por la
ventanilla; que ésta ha salido disparada a un mundo frío y siniestro donde nada cobra sentido. Sin embargo, luego, con el coraje a flor de piel, puedes intentar verlo otra vez, incluso hay algunos que realizan la maniobra nuevamente, pero esa cosa se rehúsa, ya no está más. Es entonces que uno siente escalofríos y un vacío interno. Miedo y decepción nacen en los pensamientos como si de dos hermanos muy diferentes se tratasen pero que se agolpan en la mente de manera simultánea. Y luego, cuando dedicas un momento para compartir la experiencia con la gente de la Ciudad Onírica, ellos te ayudarán a alcanzar la siguiente conclusión: sólo debes albergar un profundo miedo, porque todo en la Ciudad Onírica es posible.A partir de las entrevistas he intentado echar un poco de luz sobre el asunto. Al parecer todos lo han visto sólo una vez, y las descripciones concuerdan en que se trata de una sombra antropomórfica. ¿Y cuál es el origen de aquel fenómeno? Pues...
Científicos perdieron la razón al intentar teorizar que en aquel punto había una brecha interdimensional que podría llevarnos a algún universo paralelo. Otros, más escépticos, propusieron que sólo es un efecto de la luz que, al entrar en contacto con algún objeto cercano, en una hora determinada y doblando a cierto ángulo demasiado específico, daba como resultado una sombra cualquiera.
Sin embargo, la gente común, no científica, a eso me refiero, está de acuerdo en que aquel espectro es un habitante del pasado.
No he podido encontrar material bibliográfico ni registros de defunción sobre la señorita Amelia Beltrán. Pero su historia es bien conocida por todos los entrevistados.
Amelia, una joven que vivía a dos calles de la esquina misteriosa, salió una mañana, como lo hacía habitualmente, a comprar el periódico para su abuelo. Caminó rápidamente y a trompicones porque aquella mañana hacia un frío abrasivo y sobrenatural. Este hecho resulta particularmente raro, ya que jamás se ha vuelto a registrar una helada en pleno verano como la de se describe en aquella ocasión.
La pequeña tienda de revistas y periódicos quedaba al lado del muelle, cruzando la avenida principal. Sin embargo, aquella mañana algo extraño ocurriría: la tienda estaba en la esquina opuesta, antes de la avenida. Esto, debido al frío y la soñolencia, no le pareció relevante ni extraño a la joven, por lo que sonrió y corrió hacia el lugar donde hoy es posible apreciar por una vez en la vida la sombra de la esquina.
Amelia entró en el pequeño local abarrotado de revistas infantiles y chimentos... Y es aquí en donde empiezan los desacuerdos.
Algunos insisten en que hubo un terremoto que se tragó a la tienda y la chica; otros proponen que era una trampa de un asesino serial famoso en los años cincuenta; los más viejos, comentaron que en aquel sitio hubo una especie de implosión, como si la tienda y todo lo que estaba adentro fuera distorsionándose y colapsando sobre sí mismo en un único punto.
"Mi abuelo dijo que fue como cuando uno toma sopa succionando con los labios. Un instante está allí y al siguiente está en otro lado." En palabras de uno de los entrevistados.
Si he de ser sincero, creo que Amelia Beltrán existió, ya que pude encontrar registros de su familia, aunque escasos y escuetos. Creo que algo inexplicable, que se escapa a nuestro entendimiento, ocurre en la esquina siniestra y que, si algún día se demuestra científicamente de que allí hay una brecha interdimensional o no es mas que un simple efecto de la luz, la sombra de la esquina seguirá siendo un misterio recurrente para todo aquel que se anime a visitar la Ciudad Onírica, el lugar en donde los fantasmas y los monstruos son más reales que el amor y el dinero.
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Relatos de la Ciudad Onírica
HorrorHistorias cortas de terror y ciencia ficción sobre una conspicua ciudad.