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Era el día de mi aniversario con Brooks. Estaba feliz, el día anterior había ido a Tiffany & Co para comprar un collar de corazón, los favoritos de mi novia.

Me levanté en la mañana y me arreglé para ir a la escuela, en cuanto estuve lista tomé mi mochila y la bolsa con el regalo de mi pareja.

Papá me llevó a la Universidad, me dejó en la puerta y lo saludé con un beso y muchas sonrisas, algo casual y lo habitual en nuestra relación.

Me bajé del coche y me encaminé hasta el interior, saludando a todos los que me saludaban. Tener de novia a la chica más querida en la escuela, hacía que todos tendieran a ser amables conmigo.

En los pasillos, finalmente, había encontrado a la pelirroja.
Nos saludamos con un beso pequeño y la miré alegremente.

— Adivina que te traje. — La reté con ansias de que adivinara.

Ella pensó un poco. Achinó sus ojos y se rasco la barbilla.

— No lo sé. Tal vez un rico croissant o una ensalada para el brunch. — Sus opciones tan simples me hacían pensar que quizás, solo quizás, no tenía idea de que día era.

Yo la miré confundida y reí nerviosa.

— ¿Por qué te regalaría eso para nuestro aniversario?

Comenzó a tartamudear buscando una respuesta.
Yo decidí que no me importaría demasiado eso, a cualquiera se me podría haber olvidado, no quería ser dura con ella, mucho menos en un día tan especial. Pero si me dolía que lo hubiera olvidado, ya era el segundo aniversario consecutivo que olvidaba.

— No te preocupes, está bien. Te compré un collar de Tiffany, no es nada, es decir, ya tienes una colección entera. — Le entregué la bolsa y traté de mostrarme feliz para no hacerla sentir culpable.

Ella aceptó el regalo y me abrazó, yo correspondi.

— Lo siento tanto. Prometo compensarlo. — Dijo y yo asentí con la cabeza, aún perdida en el calor de su abrazo, deseando que nunca se acabara y que esa incomodidad saliera de mi cuerpo.

[...]

Después de ensayar un largo rato para Heathers, había llegado el momento de ir a la cafetería.
Caminé un poco hasta que llegué a la mesa de Brooklyn y los chicos, yo saludé con sonrisas y un movimiento de manos. Rutherford pasó su brazo por mis hombros y lo dejó descansando allí, repartió algunos besos por mi cabeza y continuó hablando con sus amigos.

Yo miraba como hablaban y bromeaban, sin entender en lo absoluto que les parecía tan divertido, pero de todas formas reí un poco.
Continúe perdida en mis pensamientos hasta que la presencia imposible de ignorar del equipo femenino de béisbol se hizo presente, entre ellas estaba Lynn. Era inescondible el hecho de que empezaba a caerme bien.

— Me voy un segundo. — Murmuré en el oído de Brooks, quien asintió con la cabeza mientras seguía con la atención puesta en la convivencia con sus amistades.

Me levanté de mi lugar y me dirigí al grupo de chicas que acababa de sentarse en una de las mesas.
Saludé tímidamente con mi mano a Loud, la cual imitó el gesto y me sonrió.
Justo cuando iba a hablarle, otra chica se apresuró.

— Hey, Jane. Siéntate con nosotras. — No tenía ni idea de que ella supiera mi nombre, pero todas se veían ansiosas por mi presencia.

Eso me hizo sentir especial.

— Claro. — Miré a la de coleta, otra vez, ella se rió y me hizo un espacio a su lado.

Todas conversaban sobre su reciente clase, y de vez en cuando me pedían alguna opinión... aunque los deportes nunca habían sido lo mío.

— ¿Estás bien? — Me preguntó.

Era extraño, se sentía como si hubiera leído mis pensamientos.

— Mi novia olvidó nuestro aniversario. — Solté una risita nasal irónica, para luego tomar un poco de las papás fritas que habían sobre la mesa.

Me sentía segura con Lynn. Era loco porque no habíamos compartido demasiado tiempo juntas, pero su vibra se sentía acogedora, distinta a algo que alguna vez hubiera sentido.

La ojiverde hizo una mueca.

— Lo siento mucho, ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?

— No, realmente no. — Metí mis labios hacia dentro y luego continúe comiendo papitas y escuchando lo que las demas tenían para decir.

[...]

Para mí sorpresa, Brooklyn había aparecido en su auto en la puerta de mi casa, justo para la hora de la cena.

Yo miré por mi ventana, muy desconcertada, ya que no tenía idea de que vendría por mi.
Ella salió del auto y me gritó que bajara, yo reí e hice lo me había pedido.

Al hacerlo, la besé y al instante me contó su plan. Me llevaría a comer y luego iríamos a un hotel.

Yo, alegre, subí a cambiarme y con mucha prisa me despedí de mis padres, quienes estaban muy alegres de mi salida con la pelirroja.

Ellos habían hecho todo lo posible para que mi relación con Brooklyn fuera una realidad.

Mis padres y los de ella se habían conocido en una fiesta benéfica. Los cuatro tenían mucho en común y no tardaron en hacerse amigos y grandes aliados a la hora de hacer negocios.

En una de sus charlas, habían descubierto que tanto yo, como Brooklyn, compartíamos algo en común... y eso era nuestro gusto en las mujeres.

Así que decidieron hacer una reunión para que nos conociéramos y fue bastante gracioso para ambas como habían asumido que nos gustariamos simplemente por que si, pero de una manera u otra, terminamos en una relación.

— ¿A cual restaurante vamos? — Pregunté animada mientras acomodaba mi cinturón de seguridad.

— Eso es una sorpresa. — Sonrió pícara y yo reviré los ojos.

— Que misteriosa. — Dije con sarcasmos y nos reímos.

Luego de unos veinte minutos, llegamos al restaurante.
Se veía muy lujoso y caro, el tipo de restaurante que le gustaba a Brooklyn.
Ella se acercó a la recepcionista y anunció que tenía una mesa reservada, con carisma la señora asintió y nos guió hasta nuestro lugar.

Tomamos asiento y pude admirar mejor el espacio, se sentía cálido y tenía una música de ambiente tipo jazz que me relajaba.
Sonreí a mi pareja y ella hizo lo mismo, felices de poder disfrutar de un momento romántico.

— ¿Ya sabes que vas a pedir? — Preguntó ella con curiosidad. Yo honestamente no tenía idea.

— De verdad que no se, voy a esperar el menú. — Me encogí de hombros y continúe con una sonrisa real en mi rostro.

— Deberías probar los camarones, son deliciosos. — En cuanto dijo eso yo reí, creyendo que estaba bromeando.

Ella no solía hacer eso tipo de bromas, entonces me preocupaba un poco.

— ¿Estás jugando? — Quise saber entre risas.

Su semblante era uno serio, se veía como perdida, desconcertada por mi pregunta.

— ¿Por qué estaría jugando? — Sonrió con nerviosismo. — Son muy ricos.

— Si, pero, soy alérgica a los mariscos.

Al anunciar aquello el ambiente volvió a estar tenso, igual o peor a como lo estaba durante la mañana.

— Tranquila, es un detalle, a cualquiera le puede pasar. — Acaricié su hombro y le sonreí con calidez, ella respondió de la misma forma.

— Lo siento, te juro que no se que me está pasando. Quizás solo estoy muy ocupada pensando en la uni y en los bailes... te prometo que no volverá a pasar algo similar. — Y con eso inició un beso muy cariñoso.

Wait For Your Love - Lynn Loud Jr.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora