Gran ultimo café.

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-Deja tus mochilas a la izquierda del sofá... Allí no, Paula. Del otro lado, ¿que no tienes sistema de referencia alguno? ¿Sabes dónde está la derecha o la izquierda?- se río a lo bajo.

-Pensé que hablabas de tu izquierda- habló luego de bostezar, algo cansada y apoyó sus tres mochilas, agresivamente pesadas, a la maldita izquierda de ella al lado del sofá, y camino nuevamente hacia afuera, para seguir ayudando a su hermano a cargar las últimas cosas al nuevo apartamento cerca de la ciudad de Texas .

-¿Te ayudo con esto?- le señaló a su hermano una maleta bien verde, con un estilo "aceituna".

-Si, por favor hazlo ya mismo. No hay otra cosa en la que me puedas ayudar así que apenas entres eso, y lo dejes sobre mi cama, quédate quieta, no sé, mira algo de televisión o ve a salir con tus amigas.

-Está bien- asintió y rotó en su mismo eje para dirigirse hacia las escaleras nuevamente, subiendo esa maleta.

Mejor dicho arrastrándola de lo gigante que ésta era. Y con un muy mal y feo color aceituna, que casi parecía piel de zombie, o algo por el estilo.

Entró por la cocina para luego salir al cuarto de su hermano, llevando hacia arriba de la cama la maleta tan preciada. Y salió por donde había entrado recientemente con la maleta, pero esta vez sin ella. Ariana se la topó en la cocina y se detuvo a interrogarla por un momento.

-¿Qué hacías en mi cuarto?- la miró con regaño en sus ojos.

-Dejé la maleta verde-

-¿¡Quién te dijo que podías entrar al cuarto!?-

-Mi hermano me lo dijo, no te pongas de esa manera-

-No entres más sin permiso-

-Nadie ha entrado sin permiso, también es el cuarto de mi hermano- gritó indignada.

-Pero yo estaré aquí ahora siempre, esta casa es más chica que la anterior, no pienses que podrás abarcar todos los espacios del apartamento, porque no te dejaré niña-

-Me tienes harta, sabes que no salgo de mi habitación jamás- esa sarta de falacias de parte de Ariana estresaban a Paula.

-Solo pasas escuchando música. Estas paredes son muy finas, no creas que ahora puedes escuchar muy alto- se altero sin sentido.

-Cambias de tema, estábamos hablando de que jamás salgo de mi habitación, no me culpes de nada en el resto de la casa-

-¿Puedes tan solo callarte y quitarte de mi camino?- grito, y Paula se enfureció.

-Quédate tranquila, ya no me veras la cara nunca más- la miro con desprecio, y Ariana se quedo rígida, con oídos sordos -es más, esta es la última vez que hablaré contigo, eres impaciente y egoísta, quítate tú de mi camino, ¿quieres?-

-¿Qué pasa?¿Por qué le gritas?- entró el hermano por la puerta escuchando lo último dicho por Paula.

-Me iré a dormir, no me molesten. Ya he ordenado todo lo posible como para que me sigan molestando. Ya no tendrán que preocuparse por mi- miró a Ariana -y tú vete al demonio- se marchó directo a lo que sería su habitación a partir de ahora.

Sin darle importancia a los insultos enfermizos de su hermano que defendía a su novia, que a su vez le llenaba la cabeza con comentarios negativos de Paula.

Pero ahora no le importaba, ya estaba decidida.

Y era ahora el momento de "vivir", esa última semana. Sería entonces el próximo lunes. A la hora 7, mientras el sol bajaba, vería su último atardecer. En la terraza de su nuevo edificio, mirando al horizonte, a donde pronto se iría. Muy lejos, muy lejos, donde nadie sabía qué habría allí.

Al límiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora