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Su aroma, su perfume, su cabello, sus manos, sus labios, sus piernas, su nariz, sus ojos, sus píes, sus brazos, sus dedos, su coño, su trasero, sus tetas

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Su aroma, su perfume, su cabello, sus manos, sus labios, sus piernas, su nariz, sus ojos, sus píes, sus brazos, sus dedos, su coño, su trasero, sus tetas...

Me quedo de pie completamente desnudo delante de mi cama donde ella duerme justo ahora, su respiración es pausada, tranquila y profunda.

El agua escurre por mi cuerpo tonificado, observo como se mueve hacia un lado dejándome ver esas tetas marcadas por su camisón.

— Osiris — Suspiro mirando hacia arriba en busca de aire y menos valentía. — No puedes hacerme esto, nena. — Me acerco a ella poniéndola boca arriba.

Sus labios entre abiertos me llaman, me suplican que los debore, que los muerda, que los chupe, que ponga mi polla entre ellos y le folle la boca con tanta fuerza que le duela la mandíbula.

Los somníferos hacen su trabajo, admito que estaba nervioso a mi intento de probarlos en mi Diosa pero tuve que correr el riesgo.

Me arodillo en la cama y abro sus piernas llevando mi nariz a su coño, me relamo los labios y mi polla duele por estar tanto tiempo erecta. La locura se apodera de mi que no puedo evitar darle una lamida, ella suelta un ligero gemido y continuo otro poco diciendo que será el último.

MENTIRA

Vuelve a darme el maravilloso sonido que no puedo evitar lamerlo más, mordisqueo con delicadeza su botón mientras muevo mi mano de arriba a abajo en mi polla. Disfruto cada gemido que sale de forma inconsciente, no me atrevo a apartar sus bragas para deborarla por completo.

Me aparto con toda la fuerza de voluntad y me río como maniático, dejo de bombear mi verga para respirar en un intento de tranquilizarme. Duele tener que esperar a bajarlo pero me castigo a mi mismo por este pecado obligándola a bajar.

Estoy enfermo. Se que lo estoy y por eso no me arrepiento de nada. Bueno, al menos solo una cosa ahora. No tomarla o decirle cuanto la quiero para mi, cuanto la amo que deseo que solo seamos ella y yo.

Más yo saliendo y entrando de ese estrecho coño que me aseguró que aún es virgen que mi cabeza enferma me dice y grita que se está cuidando para mi.

Muevo un poco su blusa y la alzo para ver como esas dos llenas tetas rebotan, las palmeo un poco haciendo que se muevan hacia los ojos llevándose mi aliento.

— Chris... yo te cuidare... — Habla entre el sueño y le bajo la blusa a regañadientes, le acomodo la ropa y me levanto para irme a vestir con la montaña entre mis piernas.

Regreso a la cama y me doy la vuelta para apagar mi ereccion a su trasero como siempre me he acostumbrado. Cierro los ojos después de disfrutar el roce hasta que me quedo dormido.

— Christopher, Chris. Despierta. — Siento como me mueven y suelto un gruñido completamente molesto. — Despierta mejor amigo.

Apodo de mierda.

— Buenos días. — Mi voz sale ronca y la apego más a mi sosteniendola de las caderas.

— Otra vez tienes una carpa en los pantalones. — Suelta una risita y me quejo refregandome más a su culo. — No hagas eso, los amigos no hacen eso, ya te lo he dicho ojos grises. — Se aleja y besa mi nariz obligándome a abrir mis ojos.

Luce completamente hermosa así tenga un nido de pájaros por cabello, solo me dan ganas de poner sus piernas sobre mis hombros y follarme ese coño con tanta fuerza hasta que rompa la cama. Que sus boquita rosa escurra de saliva y le abofetee esas tetas tanto como he deseado toda estos años.

— ¿Estás bien?

— ¿Ah? — Parpadeo un par de veces.

— Te me quedaste mirando así de la nada, de repente no me escuchabas supongo. — Me regala una sonrisa y mi pecho da más de dos latidos, mi estómago cosquillea y trago saliva.

— No es nada. ¿Cuánto tiempo vas a quedarte en Londres? — Acomodo su cabello con delicadeza.

— No lo sé, como un mes más...tengo una cita con el teniente Lewis, tu amigo al que me presentaste, es apuesto. — Sonríe.

Le regalo una sonrisa — Supongo que debes mejorar tus gustos. — Ella ríe y golpea ligeramente mi pierna.

Ella se da la vuelta cuando termino, y se mete al baño con una toalla y su ropa en mano, mi sonrisa desaparece por lo que tomo mi teléfono.

— Lewis...Maldito Lewis ¿Qué tiene ese princeso? Ese marica no va ni ver a mi mujer si no quiere que le arranque los ojos.

Me la paso murmurando hasta que la puerta se abre y le regalo una sonrisa a Iris quien me la regresa completamente ajena a mis pensamientos poco éticos y saludables.

Me la paso murmurando hasta que la puerta se abre y le regalo una sonrisa a Iris quien me la regresa completamente ajena a mis pensamientos poco éticos y saludables

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— ¿Por qué tienes que pesar tanto? — Arrastro el cuerpo del bastardo que se atrevió a verle el trasero a mi mujer.

Osiris caminaba delante de mi con un minishort que varios que estaban ya fuera de mi lista.

Están muertos

Le veían el trasero y le chiflablan, sus tetas no ayudaban, su sostén se rompió por lo que tu tuvo que andar sin uno obligándome a observar su pecho subir y bajar cada que caminaban o se giraba al verme.

Lo gracioso es que si quiero puedo follarla en cualquier lugar de este lugar sin meternos en problemas pues es mío.

Compre el maldito lugar donde ella hace las compras solo para que no tuviera que volver a toparse a personas pobres y vulgares.

Lo cual es obvio que no sabe ya que coloque solo a mi gente de confianza que sabe que va a morir si ve cualquier parte de mi mujer si no es una emergencia.

Aviento al fuego al bastardo y sonrio limpiando mis manos lanzando aquel pañuelo ahora rojo por la sangre que simplemente salpicó un poco de pura casualidad cuando iba al baño.

No digas nada

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No digas nada. Solo gozalo.

Obsesión EnfermisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora