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No podía soportarlo más, tenía que terminar con su tortura.
Ver diariamente a Juan con una persona nueva igual de dulce que como era con el era doloroso, ¿lo amaba realmente?, ¿O simplemente fue amable con el?.
Faltaba una semana para terminar clases, ya habían hecho los exámenes finales y solo los estaban entregando e intentando ayudar a los que se quedaban de año. Los que ya sabían que pasaron simplemente no iban más y todo estaba bien.
Spreen seguía yendo por una razón, Juan.
Desde que le dijo todo eso al castaño en su casa hace unos meses y dejaron de hablar pudo ver cómo salía con más personas y se acercaba más a Rebon, parecían lo que ellos llegaron a ser algún día.
Decidió que terminaría con toda esa tortura, después de hablar con su madre y consultarlo varias veces hasta estar seguro, fue a clase Juan ese mismo día.
En el salón, el de los ojos miel apagados se encontraba solo guardando sus cosas. Era la oportunidad perfecta.
Spreen entró, — Wacho. — su tono era seguro, aunque estuviera muriéndose de los nervios
El menor se volteó y lo vio, hace mucho que lo veía a los ojos. Dolía.
— ¿Qué quieres? — dijo seco, quería que entendiera que ya no estaría más para el.
— Hablar
— Lo siento, estoy ocupado. — al terminar de guardar sus cosas se dirigió a la salida, pero una mano lo detuvo y cerró la puerta frente a él.
— Escúchame, por favor.
Juan suspiró y lo miro, diciéndole con los ojos que lo escucharía.
— Mirá. Estoy muy confundido — comenzó — No se como sentirme, desde que dejamos de hablar te extraño.
El contrario sonrió incrédulo
—Sé que suena extraño. Pero simplemente es la verdad. Te extraño. — se quedó callado, le daba vergüenza hablar de sus sentimientos — Pero no lo mal entiendas — continuo — te extraño como un amigo. Extraño hablar con vos y pasarla bien juntos mientras nos reíamos de boludeces y yo-
— Spreen — sus palabras fueron interrumpidas por la voz del menor.
— Te gusto. — sonaba muy convencido de lo que decía
— ¿eh?..
— Me amas, pero lo siento. Yo ya no a ti. Espero que te vallas a la mierda.
Bajo la mirada confundida de Spreen salió del salón dejándolo solo.
Ahora estaba pensando en lo que el menor había dicho, ¿realmente le gustaba Juan?.
Desde ese día, no vio más a Juan.
Después de las vacaciones, no vio más a Juan.
Y ya no lo vería nunca más.
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