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-¿como esta mi padre?-preguntó shoko

-no tiene de qué preocuparse, está descansando en su habitación ahora mismo-respondió la dama de compañía.

-Deberías ir a verlo, seguro que estará contento de verte- sugirió la dama de compañía.

-Gracias, lo haré- respondió Shoko, preparándose para visitar a su padre en su habitación.

Con una mezcla de nerviosismo y alivio, Shoko caminó hacia la habitación de su padre, esperando poder tener una conversación tranquila y reconfortante con él.

Al abrir la puerta, encontró a su padre durmiendo serenamente. Su rostro, normalmente marcado por las preocupaciones y el estrés, lucía tranquilo y sereno en el sueño. Shoko se sintió agradecida de verlo así, de tener este momento de paz en medio de la tormenta que su vida había sido últimamente.

Decidió no despertarlo, su padre necesitaba descansar. En lugar de eso, se acercó silenciosamente y se sentó a su lado, una silla que había pasado mucho tiempo vacía. Observó a su padre, su rostro, su respiración tranquila. Parecía tan diferente cuando dormía, tan vulnerable y sereno.

Aprovechó este momento para reflexionar, para encontrar la calma que tanto necesitaba. A pesar de la incertidumbre del futuro, en ese momento, todo parecía estar bien. Shoko se quedó ahí, junto a su padre, disfrutando del silencio y la serenidad que la habitación ofrecía, hasta que los primeros rayos de sol se filtraron por la ventana.

Un pájaro solitario comenzó a cantar, rompiendo el silencio de la mañana. Shoko sonrió, sabiendo que, a pesar de todo, el mundo seguía girando. Con ese pensamiento, empezó su día, llevando consigo la serenidad de los primeros rayos de sol.

El resto de la casa aún estaba envuelta en la quietud de las primeras horas de la mañana. Shoko caminó por el pasillo, sus pensamientos aún revoloteando en torno a su padre y la serenidad que había encontrado en su presencia. Se prometió a sí misma que, a pesar de las dificultades que pudieran surgir, haría todo lo posible para mantener esa paz, tanto para su padre como para sí misma.

Se dirigió a la cocina, decidida a empezar su día con una taza de té y un momento de reflexión. Mientras el agua se calentaba, se encontró a sí misma mirando por la ventana, observando cómo los primeros rayos de sol iluminaban el jardín. A pesar de todo, había algo reconfortante en la rutina, en la constancia del amanecer.

Con su taza de té en la mano, Shoko se sentó en la mesa de el jardín, permitiéndose un momento de quietud antes de que el día realmente comenzara. Aunque el futuro era incierto, se sentía agradecida por este momento de tranquilidad, y estaba decidida a enfrentar lo que viniera con la misma serenidad que había encontrado en la habitación de su padre.

Después de terminar su té, Shoko se quedó mirando la taza vacía durante unos momentos, reflexionando sobre la serenidad que había encontrado en la habitación de su padre. Con un suspiro, se levantó de la silla y comenzó a limpiar, poniendo la taza en el lavabo y preparándose para enfrentar el día.

Mientras limpiaba, sus pensamientos volvieron a su padre, a su rostro sereno en el sueño. A pesar de todo, había encontrado consuelo en su presencia, en la calma que parecía envolver su habitación. Y aunque sabía que vendrían tiempos difíciles, se prometió a sí misma que haría todo lo posible para mantener esa serenidad, tanto para su padre como para ella.

Con una nueva sensación de determinación, Shoko comenzó a preparar el desayuno. Aunque el palacio estaba silenciosa, no se sentía sola. En su lugar, parecía llenarse de una tranquilidad que parecía emanar de su padre, envolviéndola en una sensación de paz y seguridad.

Mientras cocinaba, no pudo evitar una pequeña sonrisa. Sí, el futuro era incierto, pero en ese momento, todo parecía posible. Y con esa serenidad en su corazón, estaba lista para enfrentar lo que viniera.

[...]

-Princesa, ¿qué hago si mi ex amante me dejó por otra mujer y ahora viene pidiendo que lo perdone?-dijo la dama de compañía dudosa.

-Nunca des a alguien la oportunidad de hacerte perder el tiempo dos veces.-dijo Shoko tomandó el té.

-Pero yo lo amo, pero también no me gustó que me dejara por una mujer - dijo la sirvienta preocupada.

-Poner excusas o hacer cambios. La elección es tuya.-dijo Shoko tomando una galleta de chocolate.

-La felicidad no está ahí fuera para que la encontremos, y la razón de eso es que está dentro de nosotros.-siguio Shoko.

-Ya lo decidí, no le voy a dar una oportunidad y voy a esperar a que un hombre que sí valga la pena me quiera como soy y no me cambie - dijo la sirvienta con determinación y una sonrisa.

Hola
Hice  este capitulo  a las prisas  así que puede
Que tenga faltas de ortografía.
Es un poco corto después voy a subirlo más
Largo y voy a intentar subir 2 cap por lo menos por
Día.
Dejen sus estrellas para ver si les gusta
Porque
aveces pienso que no le esta gustando la historia

la Emperatriz |Las Joyas De La Princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora