Alastor caminaba por los bulliciosos pasillos del mercado, con una lista en la mano y la determinación de completar las compras que su madre había olvidado. La multitud se agitaba a su alrededor, y el aroma de las especias y los productos frescos llenaba el aire mientras se movía entre los puestos.De repente, una pequeña figura apareció de la nada, corriendo a toda velocidad y esquivando a la gente con agilidad. Alastor apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de tropezar con ella, enviando a ambos al suelo con un suave golpe.
-¡Ay! - exclamó Alastor, tratando de recuperar el equilibrio mientras se levantaba del suelo.
Lo que vio frente a él lo dejó perplejo. Una niña pequeña, de cabello rubio y ojos brillantes, lo miraba con una mezcla de sorpresa y diversión.
-Lo siento mucho - se disculpó Alastor, extendiendo una mano para ayudarla a levantarse. - No te vi venir.
La niña aceptó la mano de Alastor y se puso de pie con una sonrisa traviesa en el rostro.
-No hay problema. A veces me emociono demasiado corriendo por aquí - dijo con una risa melodiosa.
Alastor se sorprendió por la vivacidad de la niña, pero antes de que pudiera decir algo más, una voz lo interrumpió.
-Charlie, ¿estás bien? - preguntó un hombre bajito y elegante que se acercaba rápidamente.
Alastor se puso de pie y miró al hombre con cautela, notando de inmediato su presencia imponente y su mirada penetrante. De inmediato recordo: es el mismo que el de la otra vez. El que cautivo su frio y sádico corazón.
-Sí, papá, estoy bien. Solo tropecé con este señor - respondió la niña, señalando a Alastor con una sonrisa.
El hombre miró a Alastor con curiosidad, evaluándolo con una mirada intensa antes de dirigirse a él con un gesto cortés.
-Lo siento mucho si mi hija te causó algún problema. A veces puede ser un poco traviesa.
-No hay problema en absoluto - respondió Alastor, devolviendo el gesto cortés. - Fue solo un pequeño accidente.
El hombre asintió con agradecimiento y tomó la mano de su hija.
-Gracias por tu comprensión. Debo llevar a Charlie de vuelta a casa. Tenga un buen día.
-¡Adios señor, espero volver a verlo pronto! - Alastor se sorprendió por la dulzura de la niña, recordando su breve encuentro en el mercado hace unos días. Recordó que la había visto junto a su padre, pero nunca había tenido la oportunidad de hablar con ellos.
-¡Esperen! - Exclamó Alastor, haciendo que Lucifer voltee -Disculpen mi actitud tan descortés pero... ¿Cómo se llaman? - preguntó Alastor, curioso por conocer más sobre la niña y su padre.
-Soy Charlie, pero todos me llaman Char - respondió la niña con una sonrisa.
Alastor asintió con una sonrisa propia, agradecido por la respuesta.
-Un placer conocerte, Char. Soy Alastor - dijo, extendiendo una mano en señal de saludo.
Char estrechó la mano de Alastor con entusiasmo, mostrando una chispa de curiosidad en sus ojos azules.
-Yo soy Lucifer, un gusto Alastor.
-Oh porfavor, el gusto es mio Lucifer - Los dos se quedaron viendo con viveza en sus ojos y un silencio profundo. Sin esperarse, la pequeña rompió el silencio
-¿Qué estás haciendo aquí, Alastor? - preguntó, mirándolo con interés.
-Algunas compras para mi madre. ¿Y tú? - respondió Alastor, devolviendo la pregunta.