80 AUN NO

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—… ¡¿Sí?!—

Ramaine, que dejó escapar una voz como un grito, rápidamente cerró los
labios.

Incluso pensar en ello me hizo sentir demasiado avergonzada.

En ese momento, hundió la cara en la nuca y soltó una carcajada.

— ¿Por qué, no?—

— Eso… No puede ser.

El calor recorrió todo su cuerpo hasta el punto de que su piel contra él se
sentía fría.
Mientras giraba su cuerpo en desafío, soltó suavemente su brazo.
Dándose la vuelta.

— Espero que te guste. Ésto es muy malo.—

Su esposo sonríe incongruentemente con su voz triste.
Hacía esto a propósito.
Obviamente pensó que se estaba burlándose de sí mismo, sin embargo.

— Porque mi esposa no parece estar de buen humor—.

Su esposo estudió su rostro con ojos serios, tal como lo hacía en el
pasillo.

— ¿Qué pasa?—

Pregunté con cuidado.

Parpadeando lentamente, Ramaine se mordió los labios.

Supe hace un momento que estaba equivocado al pensar que estaba
tratando de burlarme de mí mismo.
Ahora que lo pienso, siempre cambiaba su estado de ánimo de esta manera en un instante.
Cuando estoy tragando la sensación de hundimiento sin tratar de presumir.
Lanzar bromas que se considerarían inútiles, haciendo cosas traviesas.
Intenta siempre cambiar el tema de conversación.
Las cosas que rechacé sin intentarlo. Y cosas que no sabía vinieron a mis
ojos una por una.
Ramaine sonrió por primera vez desde que la vi hoy.

— No hay garantía de que compartir un baño te haga sentir mejor—.

—Nunca dije que tomar un baño juntos me hiciera sentir mejor—.

— … ¿Sí?—

— Traté de ser tu compañero mientras tomaba un baño—.

¡Vaya!

Ramaine, que dejó escapar una risa breve, entrecerró los ojos para
no odiarlo.

—Las parejas tienen que hablarse—.

… Hablaré mucho.

—Estaré agradecido por ello—.

—La próxima vez, espero que me aceptes tu corazón—.

Lo dijo como si fuera una broma, pero sonrió suavemente.

—¿Tuviste una buena charla?—

Y ha acortado la distancia que había sido un poco lejana.

Un leve aroma a lavanda fluyó a través de sus fosas nasales.

— Sí. Gracias a las amables palabras de la señora Potter, el gremio dijo que
seguiría mi opinión. —

—Las cosas irán tan rápido como quieres—.

Cedric estiró un largo dedo y se colocó suavemente el cabello que le caía
por la mejilla detrás de la oreja.

Asintió con la cabeza, sintiendo el cosquilleo.
Cerraron los ojos y no dijeron nada durante un rato.
La mirada mirando hacia abajo se sentía como si hubiera algo que decir.
Ramaine esperó un rato, pero.

— Debes estar cansada. Báñate y descansa tranquila—.

Una palabra llegó para señalar el final de la conversación.

ELLA ES UNA VILLANA, PERO SU ESPOSO ES GUAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora