Capítulo 3

49 17 5
                                    

La noche envolvía la fortaleza en una oscuridad misteriosa mientras nos preparábamos para el asalto. El viento susurraba entre los árboles del bosque cercano, como si estuviera conspirando a favor de nuestro audaz plan.

Ajusté mi uniforme robado, a mi lado, Yors y Sara se preparaban, sus figuras envueltas en la oscuridad de sus uniformes verdes oscuros. Sara, con su pelo castaño oscuro recogido en un apretado moño, irradiaba confianza mientras se movía con gracia y agilidad. Sus ojos marrones centelleaban con determinación.

Yors, alto y fornido, llevaba el uniforme con una seriedad impenetrable. Su cabello oscuro, corto y despeinado, enmarcaba su rostro con una sombra misteriosa. A pesar de su aspecto duro y concentrado, sus ojos cafés brillaban con una chispa de humor travieso, listo para una posible broma en medio de la tensión.

Ambos hermanos emanaban una confianza silenciosa mientras seguían adelante, listos para enfrentarse a cualquier desafío que se interpusiera en su camino. Aunque la tensión del momento se reflejaba en sus rostros, también mostraban una determinación feroz, dispuestos a hacer lo necesario para completar la misión y listos para seguir mis órdenes sin vacilar.

Lea, con la cajita de polvo mágico en mano, miraba con seriedad hacia la imponente fortaleza, calculando mentalmente cada paso de nuestra estrategia. Su pelo rubio recogido en una trenza baja que se mecía con cada uno de sus movimientos. Vestía unos pantalones negros ajustados que resaltaban su esbelta figura, combinados con una camisa ancha del mismo color que le proporcionaba libertad de movimiento. Su bolso grande, colgado diagonalmente sobre su hombro, contenía la valiosa caja de cura, un símbolo de su preparación para cualquier eventualidad.

A pesar de la tensión del momento, Lea mantenía la compostura, su rostro sereno pero alerta. Sus ojos verdes como esmeraldas reflejaban preocupación, como si estuviera constantemente evaluando cada situación en busca de posibles riesgos. Aunque su expresión era seria, también se mostraba inquebrantable, lista para actuar con rapidez y eficacia en caso de emergencia.

Su postura erguida y su andar seguro revelaban una confianza en sí misma, así como una profunda dedicación a la tarea que tenía entre manos. A pesar del peso de la responsabilidad que llevaba consigo, Lea irradiaba una calma tranquila, lista para enfrentarse a cualquier desafío que se presentara en su camino.

-¿Listos para esto?- pregunté, mi voz apenas un susurro en la noche. Mis compañeros asintieron en silencio, compartiendo mi nerviosismo por igual.

Nos pusimos en marcha, avanzando con sigilo por el bosque hacia la fortaleza iluminada por la luz de las antorchas. Nos movíamos como sombras entre los árboles, esquivando las patrullas de guardias que vigilaban los alrededores de la fortaleza.

Antes de llegar al túnel subterráneo, Lerno se detuvo a mi lado y me tomó del brazo. –Yelena,-- dijo con voz suave, –no puedo evitar sentirme preocupado por ti. Por favor, ten cuidado ahí dentro.

Lo miré a los ojos y le ofrecí una sonrisa reconfortante. –Lo estaré, Lerno. Gracias por tu preocupación. Nos veremos afuera.

Lerno se presentaba con una apariencia campechana, cuidadosamente escogida para pasar desapercibido como un simple campesino que se dedicaba al transporte de alimentos para vender en el barrio. Vestía ropas desgastadas y simples, como las que usaría cualquier trabajador del campo: unos pantalones marrones con remiendos, una camisa de tela áspera y una chaqueta gastada que lo protegía del fresco de la noche.

Su cabello corto y oscuro enmarcaba un rostro marcado por el sol y el trabajo duro. Lerno llevaba una barba descuidada que le confería un aire rústico y varonil.

Aunque intentaba ocultarlo tras una expresión serena, su mirada revelaba una mezcla de emoción y preocupación. Lerno estaba decidido a cumplir con su papel en el plan, pero no podía evitar sentir un cosquilleo de nervios en el estómago ante la incertidumbre de lo que les esperaba.

La espada o la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora