Capítulo 6

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Abrí los ojos lentamente, permitiendo que la suave luz matutina inundara mis sentidos. Un ligero murmullo se filtraba desde afuera, indicando que el mundo seguía en movimiento más allá de las paredes de mi refugio. Estaba medio dormida, aún sintiendo los efectos reconfortantes de la cama. Era como si estuviera flotando en una nube, muy lejos de la dura realidad de mi choza.

Al abrir los ojos y observar la habitación iluminada, me di cuenta de que esto no era un sueño. Todo a mi alrededor parecía demasiado perfecto, demasiado diferente a mi vida anterior. El aroma a vainilla seguía impregnando el aire, recordándome el baño de la noche anterior, y me sorprendí al notar que mi propio olor había cambiado. Ya no había rastro del sudor y la suciedad que solía acompañarme.

Envuelta en una sensación de confort y bienestar, decidí cubrirme con la sábana y entregarme a unos minutos más de sueño. Sin embargo, apenas había cerrado los ojos cuando la puerta se abrió, interrumpiendo mi intento de descanso.

— Lady Torrelen, — dijo una voz femenina mientras retiraba la sábana que me cubría —, es hora de despertar. Eric te está esperando en el salón. Prepárate, voy a sacar tu ropa para el entrenamiento.

Asentí con un leve movimiento de cabeza y me incorporé en la cama. Observé cómo la mujer se dirigía al armario. Era de estatura baja, de mediana edad, con el pelo negro recogido bajo un gorro blanco. Vestía un conjunto de tonos grises, con un delantal blanco que le daba un aire de formalidad. Desde el vestidor, sacó un conjunto de ropa negra y unas botas del mismo color, y se aproximó hacia mí.

— Vamos, lady, permítame ayudarla a vestirse. — dijo Amy, extendiéndome la mano para que me levantara.

— Oh, no hace falta, puedo hacerlo yo sola. ¿Cómo se llama usted? — dije mientras me ponía de pie y me deshacía del camisón con el que había dormido.

— Me llamo Amy. Voy a ser su sirvienta durante su estancia aquí. Espero ser de su agrado. —respondió con un tono amable, aunque noté cierta preocupación en su expresión.

La miré directamente a los ojos. En ese momento, Amy parecía sentirse inquieta, tal vez por no estar vistiéndome como le habían indicado. Seguramente tenía miedo de las represalias.

— Encantada de conocerte, Amy. Pero no te preocupes, prefiero vestirme sola. — dije mientras me calzaba las botas para ir a desayunar. Estaba a punto de salir cuando la voz de Amy me detuvo.

— Señorita, no puede salir así. Por favor, siéntese en el tocador. Voy a peinarla y, aunque no lo desee ahora, lo agradecerá más tarde durante el entrenamiento. — sin dudarlo, obedecí y me senté. Después de unos minutos de tirones de pelo y cumplidos de Amy, había terminado de peinarme. Me había hecho una trenza de raíz desde el principio de mi pelo hasta el final, dejando dos pequeños mechones sueltos a los lados de mi cara. Nunca antes me había peinado así, pero al mirarme en el espejo, me sentí hermosa.

— Amy, me siento hermosa. Gracias. — dije, sin poder ocultar mi felicidad. Ella respondió con una sonrisa cálida.

— No me agradezca, es mi deber. — dijo antes de dirigirse hacia la puerta. — Apresúrese, el señor Eric la está esperando y no le gusta que lo hagan esperar. — añadió antes de salir de la habitación.

Permanecí unos minutos más frente al espejo, admirando el trabajo de Amy, hasta que finalmente decidí salir del aposento y dirigirme al salón. Eric ya estaba sentado en la mesa, esperándome. Sobre la mesa se extendía un festín: pan fresco y diversas salsas para acompañarlo, así como tiras de lo que parecía ser carne. Dos jarras grandes ocupaban su lugar, una contenía un líquido blanco que presumiblemente era leche, mientras que la otra estaba llena de un líquido oscuro con un ligero aroma agrio.

La espada o la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora