6. Eris sigue siendo la misma

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NARRA POE

La verdad es que ver a Eris de Nuevo detrás de esa chica joven y rubia no me extraña después del último encontronazo de hace unas varias semanas atrás.
Es más, estando a menos de una semana para que comience la Cacería sería muy raro que no tuviera ya a su presa elegida.
Por mi parte, este año llevaré a un muchacho que es lo suficientemente torpe para no saber enchufar una cafetera al interruptor de la luz. Por lo tanto, me ha sido muy fácil utilizar la menor reserva de mis encantos para tenerlo a mis pies.
En cuanto a Damián, no sé a quién habrá elegido.

—Sí. Nos hemos visto por ahí... En clase. Ya sabes, Asfil es muy pequeño. —Tomo la palabra para evitar que la pelirroja peligrosa suelte algún disparate.

Asiente. Damián se acomoda en la silla a mi lado. Yo lo sigo y también me siento. Security lo hace un minuto después.

Eris se queda de pie.

No sé qué planea su mente pero esa falda y el top sin mangas que le cubre el pecho es bastante agradable a la vista. Al menos para mí.

—Perdonarme un momento, voy al servicio.

Me sorprende que haya dejado su mochila encima de la mesa de estudio.

No puedo evitar excusarme y levantarme para seguir sus pasos, cuando calculo que han pasado cinco minutos y sigue sin volver.

No tardo mucho en encontrarla.

—Entonces, ¿aquí te escondes?

Ella no se gira pero puede verme a través del espejo del baño público, que ahora mismo está completamente vacío, a excepción de nosotros dos.

—¿Acaso no sabes leer, rubito? —Su mirada felina se encuentra con la mía. Omito lo que me acaba de recordar, que no debería estar en el baño de chicas.

Se da la vuelta y yo aprovecho para ir hacia ella.

Nuestros cuerpos se rozan.

Nuestras manos están lo suficientemente cerca como para que pueda cogerle las manos, cuando intenta darme un bofetada y un puñetazo en mis partes nobles cuando la cojo del cuello con cuidado.

No quiero hacerle daño así que, cuando me acerco a sus labios, le susurro—: ¿A qué estás jugando, pequeña leona salvaje?

Respira con dificultad pero lo ignoro. Al final, me da en el estómago y me doblo en dos permitiéndome que se vaya.

—Esto acaba de empezar, Verne —dice antes de cruzar por la puerta para volver con Damián y la presa.

Asiento con picardía.

Su temblor de dedos no me pasa desapercibido aunque ella cree que sí.

Eris sigue siendo la misma chica indefensa que mataría por una razón cualquiera y que posiblemente, pero no seguro, mentiría para vender al pelinegro a una manada de asesinos peor que la nuestra.

Ella es simplemente Eris Hanson.

POE VERNE, ¡NO ME PERSIGAS!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora