Lord Garmadon se encontraba en el Destiny's Bounty, la nave que servía como su base de operaciones, rodeado de los Hypnobrai, Fangpyre, Constrictai y Venomari, las diferentes tribus de serpientes que le habían jurado lealtad. El ambiente se encontraba tenso, y los ojos de las serpientes estaban fijos en la mega arma que Garmadon sostenía en sus manos.
En ese momento, un Hypnobrai se adelantó y tomó la palabra. Su voz sonaba llena de curiosidad mientras preguntaba: "¿Para qué usarás la Mega Arma? ¿Que harás para derrotar a los Ninjas?" Todos los presentes esperaban ansiosos la respuesta de su líder.
Lord Garmadon sonrió con confianza, seguro de sus planes. Con una voz firme, respondió: "Ya sé lo que haré. Mega Arma, deseo que traigas a alguien capaz de acabar con los Ninjas". A medida que pronunciaba esas palabras, la mega arma comenzó a brillar con un tono dorado intenso, llenando la sala con su resplandor.
Lord Garmadon Aka El Sin derechos
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El cielo sobre el Destiny's Bounty se oscureció repentinamente, como si una tormenta se aproximara. Un portal se formó en medio de la aeronave, emanando un aura misteriosa y poderosa. Todos los serpientes se quedaron boquiabiertos ante el espectáculo que tenían ante sus ojos.
Un Venomari, incapaz de contener su sorpresa, exclamó emocionado: "¡Está funcionando!". La emoción se palpaba en el aire, mientras todos contemplaban el portal con expectación.
Lord Garmadon, con una sonrisa confiada en su rostro, fijó su mirada en el portal. "¡Aparece ya! ¡Y acaba con los ninjas!" exclamó con determinación. Sabía que había tomado la decisión correcta al utilizar la mega arma para invocar a alguien que sería crucial en su lucha contra los Ninjas y en su misión de obtener el control total sobre Ninjago.
El portal se cerró abruptamente, dejando salir a través de él una niña de cabello largo y negro, con un llamativo mechón verde que contrastaba con sus ojos azules y su piel verde. Su vestimenta, de tonos verdes y blancos, estaba algo rasgada, dándole un aspecto misterioso. Era evidente que su piel verde se debía a que era un fantasma.
La niña, confundida por lo que acababa de suceder, miró a su alrededor y preguntó: "¿Qué pasó?". Todos los presentes la observaron con sorpresa y desconcierto, sin comprender quién era ni cómo había llegado hasta allí.
Un Fangpyre, incapaz de contener su curiosidad, la miró fijamente y preguntó con cierta irritación: "¿Qué demonios es ella?". Todos esperaban ansiosos una respuesta que pudiera aclarar la situación.
La niña, conocida como Mirra, miró al Fangpyre y, con una confianza desafiante, respondió: "Soy Mirra, un fantasma, y seré quien porte el manto del Ninja Verde". Sus palabras resonaron en el aire, dejando a todos perplejos ante la revelación de su destino y su determinación.
