Siendo prófugos en Rio de Janeiro, Brian O'Conner decide buscar a su hermana menor, quien residía en el mismo lugar.
Sabrina O'Conner jamás creyó volver a ver a su hermano, pero cuando este necesitó ayuda para un trabajo no dudo en ayudarlo.
Rápid...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ᵀʳᵉⁱⁿᵗᵃ ᵐⁱⁿᵘᵗᵒˢ
Samoa, Oceanía
Sabrina Shaw - O'Conner
Nos habíamos reunido en el taller a la espera de que Jonah terminara de arreglar la máquina que me quitara el virus. Estaba por amanecer y según Decks para Brixton esta era la hora perfecta para atacar.
Me encontraba sentada en la mesa al lado de Jonah con Decks parado delante de mí mientras que Hatts y Owen estaban parados a mi izquierda. Hobbs en cambio estaba del lado derecho de la mesa en diagonal a mí.
–Jonah...– inició Hobbs.
–No me apresures– interrumpió su hermano.
–Está por amanecer, él estará aquí pronto– apresuró– termínalo, ahora– pidió, recibiendo una respuesta en samoano por parte de su hermano– Ahora– volvió a pedir.
–No me apresures, así se cometen errores– advirtió Jonah.
– ¿Y el proceso cuánto lleva? – cuestionó otro hermano de Hobbs.
–Treinta minutos– respondió Hatts– Treinta y tres para contagiar– agregó.
–De verdad tenemos que considerar la opción uno– le murmuré a Decks, recibiendo una mirada negativa de los tres hermanos Shaw.
–No te precipites, ¿si, amor? – me pidió– Se nos está acabando la oportunidad en serio– pidió sin paciencia hacia Jonah.
– ¡Hazlo! Rápido– continuó Owen.
– ¡Jonah, ahora! – apuró Hobbs.
–Bien– soltó un par de herramientas que tenía en la mano– Vamos a hacerlo– en cuanto dijo eso Decks colocó un brazalete en mi muñeca donde la aguja penetraría mi piel para sacar el virus.
–Prepárate, widow– se mantuvo a mi lado.
–Esto no te va a gustar– advirtió Hobbs.
–Hay cosas peores, voy a estar...– apreté mi mano izquierda sobre el brazalete mientras me quejaba al sentir el repentino pinchazo de la aguja.
