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El verano se hacia notar, el sol brillaba y abrazaba con su calor a todo el pueblo. Casi todos sus habitantes disfrutaban de la playa, comida y tiempo en familia o amigos; otros viajaban a la ciudad para pasar las vacaciones, mientras que otros malhumorados simplemente pasaban quejándose de la estación y las altas temperaturas veraniegas.

Banhg Chan era del tipo que no quería desaprovechar ningún segundo en el que pudiera ser de ayuda de sus padres ahora que tenia mas tiempo, y en su caso, se ofrecía a cuidar de su pequeño negocio familiar. Su tienda.

Tal vez para otros podría sonar aburrido o agotador, pero el de verdad lo disfrutaba. Además de que recibía su pago y era mucho mejor que hacer nada.

Pero claro, dejaba todo de lado si surgía algún plan con su grupo de amigos.

Su rutina era muy simple pero para el era suficiente. Aunque ahora había algo diferente.

Un chico.

Últimamente venia a comprar a su tienda y a pesar de ser un momento muy breve en el que podía verlo, no podía negar que estaba fascinado. Todo en el parecía un sueño demasiado lindo para ser verdad, pero lo que de verdad lo atrapo, era esa hermosa sonrisa amable con la que le agradecía siempre antes de irse.

Cada vez que aquel chico entraba por la puerta del local, se recordaba a si mismo que era demasiado pronto para enamorarse, pues en realidad ni si quiera sabia su nombre, pero tenia el ligero presentimiento de que ya lo había visto antes. Algo a lo que no le tomo mucha importancia, pues era normal en un pueblo tan pequeño.

Y bueno, aquí estaba de nuevo, siguiendo con su mirada cada movimiento del castaño desde que lo noto entrar al local, hasta que se posicionó frente a el para pagar lo que llevaba.

En realidad nunca le había prestado atención a lo que compraba, ni mucho menos habían tenido alguna conversación. Hasta ahora.

— ¿Te gusta el picante? — Pregunto sin pensar al ver las frituras que llevaba.

— Si, desde pequeño.

Hasta ahora, a Chan nunca le había pasado por la cabeza el hecho de que podría conocerlo, pero de la nada un recuerdo invadió su mente.

— ¿Seugmin? — Pregunto de nuevo sin pensar.

— Ya era hora.

— ¡Como no me di cuenta antes! — Exclamó en voz alta lanzándose a abrazar al menor.

— Ya estas viejo, seguro es el alzhéimer. — Dijo entre risas correspondiendo el abrazo. — Hola Chan, ah pasado tiempo. — Agrego cuando se soltaron.

— ¿Por que tardaste tanto en volver? ¡Casi te olvido! — Habló fingiendo llorar. — Espera, aun no digas nada. ¿Me puedes esperar afuera? Tengo que acomodar algunas cosas, cerrare la tienda. — Agrego mientras tecleaba en su celular.

— ¡¿De verdad vas a cerrar?! Podemos hablar otro día si estás ocupado. — Pregunto sorprendido.

— No te preocupes, igual solo me quedaba una hora mas de turno y ya le avise a mi mamá. — Respondió mientras removía algunas cosas del mostrador.

El menor simplemente asintió y salió a esperarlo afuera como le había dicho que hiciera y pasados unos minutos salió el rubio del local ya con todas las luces apagadas y puso llave a la puerta.

— Ahora si, cuéntamelo todo. — Habló mientras ambos comenzaban a caminar sin rumbo por las calles oscuras únicamente iluminados por la luz de la luna.

— Bueno... yo y mi hermano regresamos hace como dos semanas. La verdad ya extrañaba mucho este lugar. La vida en la ciudad es muy agotadora.

— ¿Y a mi no me extrañaste? — Interrumpió haciendo un puchero.

𝐓𝐡𝐚𝐭 𝐁𝐨𝐲  ❀  [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora