Lost In GoYuu's Paradise [OS]

Boys Your Age. II

[Muryokusho]

El agua donde mi ramen hervía, burbujeaba hipnoticamente mientras mis pensamientos vagaban de un lado a otro como si aquella salsa picante pudiera darme la solución a todos mis problemas.

Había pasado una semana desde aquel confuso acontecimiento entre mi persona y aquel desquiciado psicólogo con un grave trastorno narcisista.

No me había buscado ni yo a él, había evitado ir a casinos durante unos días hasta que recapacite al darme cuenta que si quisiera verme o buscarme el sabía perfectamente donde trabajaba y vivía. Odiaba aceptar que quería volver a verlo, trataba de fingir desinterés pero era estúpido seguir negandolo.

Tres golpes en la puerta irrumpieron mis pensamientos, sin pensarlo mucho caminé hacia la puerta.

—¿Itadori Yuuji? — un hombre delgado, con uniforme gris y una gorra azul miró la tabla que sostenía en sus manos.

—Si.

—Paquetería — mis cejas se levantaron al recordar lo que había comprado.

Le arrebate la tabla de las manos firmando rápidamente, miré con alegría como bajaban la enorme y pesada caja del camión. Les agradecí mientras arrastraba el paquete dentro de casa ansioso por poder abrirlo.

Tomé mi najava suiza clavandola entre las aberturas selladas con cinta canela, hasta que el cartón cedió y pude ver el contenido.

¡Mi primer sillón!

Al fin algo mas que mi futon y una pequeña mesa adornarian mi sala/cuarto, era de un color beige simple, bastante lindo y acolchonado donde podría descansar de vez en cuando.

Terminé de atornillar las patas del sillón para después voltearlo y tumbarme cómodamente en él. Tal vez parecía estúpido e insignificante pero el estar en aquel cojín me parecía tan reconfortante para mi espíritu, me daba mas esperanza en que algún día encontraría la forma de vivir mejor.

Nuevamente mi tranquilidad se vio perturbada por alguien llamando la puerta, después de frotar mi rostro levemente en la suavidad del asiento, me levanté algo perezozo a abrir la puerta dónde fui sorprendido con un fuerte puñetazo a mi nariz que me tumbó al suelo. La sorpresa y el dolor se mezclaron en un torbellino mientras intentaba comprender lo que estaba sucediendo. ¿Quién diablos me atacaba en mi propia casa?

Miré algo aturdido a la silueta en el marco de la puerta. —¿Megumi?

Se abalanzó hacia mi —. Tú maldito hijo de pu-...— soltó otro puñetazo a una de mis mejillas.

La sangre comenzó a fluir, y el sabor metálico se apoderó de mi boca. El dolor persistió, vibrando en cada nervio de mi.

—¿Qué diablos te sucede? — pregunté mienteas intentaba cubrirme de sus golpes.

—¡¡Estoy tan cabreado que ahora mismo podría matarte!!

—¿Quién de los dos fue el que engañó al otro con su hermano? — jadee con sorna con el poco aire en mi garganta.

—¡¡Eso no te daba derecho de follarte a mi padre!! — un nuevo golpe en mi otra mejilla.