CAPÍTULO 02: ESPIANDO

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CAPÍTULO 02 {RESUBIDO]

Cierto día de marzo. Mi segundo día en esta casa.

Me desperté con mucha energía y sentí como si hubiera varias horas. Giré mi cabeza para ver al otro lado de la habitación, pero no vi a Diana en su cama.

Es más, estaba arreglada y ordenada.

- Así que ya se levantó, eh - me dije a mí mismo.

Solo espero que no me haya hecho nada raro mientras dormía.

Al ver mi smartphone, comprobé que eran las 7:30 de la mañana.

Sin más, me levanté y me cambié. Me puse a hacer unos estiramientos y bajé al primer piso.

- No hay nadie eh. ¿Será una casa fantasma? Espero no encontrarme un Poltergeist.

Me dije, otra vez tratando de bromear.

Entré al baño del primer piso a lavarme, y al salir me choqué con una persona.

- Aahhh

Gritó una mujer de unos casi unos 40 años sorprendida.

- Ah, lo siento tía. Perdón por usar tu baño tan...

- No te preocupes Joaquín - me interrumpió - solo me sorprendió verte despierto. Diana me dijo que estabas durmiendo tan plácidamente. ¿Qué dijo esa chica de mí? Así que si me miró mientras dormía.

Mi tía me sonrío y siguió su camino.

Parece que acababa de entrar a la casa.

La acompañé hasta la cocina y empezamos a hablar.

- Por cierto, ¿dónde está Diana? Su cama está tendida y no la he visto hoy.

- Ah, ella sale temprano a correr. Creo que regresará pronto.

- Es una chica atlética eh.

¿Sale a correr? Bueno, se ven los resultados. Tiene buen cuerpo y unas piernas...

Ejem. Como decía...

- Tía, ¿has visto a mi madre hoy? También quería hablar con ella...

- Si, ella salió hace un rato a hacer compras. Fui a acompañarla pero regresé porque tenía que preparar el desayuno.

- Ah, ya entiendo.

Pensé que me habían abandonado en esta casa.

- Bueno, entonces déjame ayudarte tía.

- Mmm... Está bien.

Y así, demostrando mis habilidades culinarias (aunque no cociné nada) ayudé a mi tía a preparar el desayuno.

- Por cierto, Diana se va a alegrar mucho cuando se entere que tú le preparaste el desayuno. - ¡Aaah!

Me sorprendí tanto que solté la taza que tenía en la mano y cayó al piso.

- ¡Lo siento! ¡lo siento!

- No te preocupes, tenemos muchas tazas.

Sin querer hice una sonrisa de alivio.

Luego de eso, preparé la mesa, y coloqué las tazas y cubiertos.

¿Quién dice que solo las mujeres pueden? ¡Igualdad de género!

Habían pasado varios minutos desde que me senté a desayunar con mi tía, pero no hablamos más, de verdad, se siente incómodo.

De pronto, se escuchó una llave entrando en la cerradura de la puerta y se abrió.

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