Kaido.

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Ciudadela de Kaido. Año 574 después de la fundación de Kaido.

Irún se batía en los campos de entrenamiento del Castillo Blanco con su maestro, Duncan. Irún era un muchacho impetuoso, un humano descendiente de una familia de comerciantes de Kaido, cuya característica destacada eran su piel levemente morena y sus ojos color verde puro. Duncan, un experimentado elfo de costumbres y tradiciones humanas, ojos azulados y cabellos oscuros, era quien se encargaba de entrenar y convertir al joven inexperto en un candidato capaz de convertirse en Caballero Blanco. Ese día, Irún se esforzaba en superar las pulidas técnicas de defensa que su maestro había aprendido y dominado a lo largo de su vida como Caballero Blanco. A pesar de ambos emplear espadas de madera, el cuerpo de Irún estaba repleto de moretones y golpes mientras que su tutor se mostraba tranquilo, sin ningún rasguño. Habían estado entrenando desde el amanecer, y aun cuando el sol no se encaminaba al atardecer cuando el joven muchacho decidió apostarlo todo a un golpe. Su derrota fue inmediata. El maestro aprovechó varias aberturas en su postura y con una serie de ataques precisos, derribó a su aprendiz, dando por finalizada la prueba.

Ya en la tarde, el joven Irún practicaba contra un objetivo inmóvil su técnica con la espada. Entrenaba casi sin parar, hasta que, lleno de frustración, rompió de un golpe su propia espada de madera contra el objetivo que atacaba. Su maestro, quien observaba a lo lejos, se acercó con una cantimplora de agua y se la brindó. Irún se sentó en el suelo, exasperado por la aparición de Duncan y tomó el recipiente con algo de desgana.

- ¿Algún día dejaré de ser aprendiz? – Preguntó Irún mirando los muros del castillo desde el suelo.

- Es posible. – Contestó Duncan.

- Siempre responde lo mismo, maestro.

- Siempre pregunta lo mismo, joven aprendiz.

Duncan observó el muro del castillo. No estaba hecho de piedra, sino de madera de ámbar, un tipo de madera incapaz de arder.

- ¿Sabes quién construyó este castillo y fundó esta ciudad? – Preguntó el elfo.

- Fue el primer Guardián, quien domó el Bosque Oscuro y refugió a su gente dentro. Es gracias a él que Kaido existe. – Dijo el muchacho sin detenerse a pensarlo mucho.

Duncan sonrió e indicó a su aprendiz a que lo acompañase por el castillo. Este así hizo, se levantó del suelo y se incorporó al paseo de su maestro. Entonces, Duncan comenzó a hablar.

"Es muy común, incluso normal a día de hoy creer erróneamente que fue el primer Guardián quien fundó esta ciudad y levantó este castillo, al fin y al cabo, él fue la primera persona que fue nombrada como Guardián. Pero la historia real es otra. Este lugar donde caminamos se lo debemos en realidad al tercer Guardián."

Irún reflexionaba sobre las palabras de su maestro y tras un breve silencio, le preguntó.

- No entiendo. ¿Acaso el primer Guardián no fue quien conformó esta ciudad?

Duncan sonrió. Ambos continuaron caminando, esta vez adentrándose en una de las atalayas del muro. Al llegar a la zona superior de la muralla, maestro y aprendiz comenzaron a caminar junto a las almenas.

"El primer Guardián si es importante. Era un noble importante en su tierra, en su tiempo. Realmente, no tenia necesidad de abandonar sus feudos para fundar un pueblo en medio de un bosque maldito como lo es el Bosque Oscuro. Sin embargo, así lo hizo. Traicionado por aquellos que él consideraba como familia, le tendieron una trampa y fue condenado a muerte. Es por ello por lo que huyó de sus tierras, acompañado únicamente por un séquito de diez personas y por sus dos hermanos menores. Perseguido, su refugio fue el Bosque Oscuro."

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