CAPÍTULO 20: PUNTOS DÉBILES

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~Namjoon~


Esa noche tardé demasiado en irme a la cama. Por alguna razón me era imposible conciliar el sueño, y después de unos tragos me había ido directo a mi estudio para sumergirme en el trabajo.

La cena que Song-ya me había preparado se había quedado en la mesa del comedor casi entera, y a las doce de la madrugada seguía leyendo el montón de reportes mensuales de la compañía y respondía correos de mis contactos en todo el mundo.

Llevaba casi media botella de brandy cuando decidí descansar mi vista y me levanté para mirar la ciudad que se observaba por el ventanal de mi estudio.

Entonces me di cuenta porque casi no lo hacía, porque casi nunca dejaba de trabajar. Inmediatamente la imagen de Hye-jin me vino a la cabeza.

La única mujer en la que pensaba y no podía dejar de pensar. Y que seguramente para entonces ya había firmado los papeles del divorcio y me los haría llegar en cualquier momento.

Frustrado, me tomé el trago que quedaba en el vaso y lo aventé al escritorio. El escritorio donde alguna vez le había hecho el amor.

Así como la alfombra frente a la chimenea, el pasillo de afuera, las escaleras que iban a los dormitorios, el elevador del penthouse, la mesa del vestíbulo, el sofá de la sala, el piso de la cocina, su recámara, la ducha, la tina y el vestidor de mi recámara, mi cama.

Hasta el asiento de mi auto. No había un maldito rincón de ese lugar en donde no la recordara, razón por la que evitaba por todos los medios estar en casa.

Para evitar extrañarla como un imbécil.

Como lo hacía desde el día que había puesto un pie fuera de mi casa.

Entonces recordé que pronto dejaría de ser mía, e incapaz de seguir pensando en eso decidí irme a la cama. Pasaron dos horas más hasta que pude conciliar el sueño, convencido de que además del hecho de que Hye-jin y yo pronto estaríamos divorciados, había algo más que no me dejaba tranquilo.

Pero no tenía idea qué.

Tuve pesadillas toda la noche.


~Hwasa~


Nada tenía sentido.

En una espiral que parecía no terminar nunca, caminaba sin rumbo alguno mientras mis piernas parecían dos bloques de cemento que no me dejaban correr.

Nada me resultaba familiar o conocido. En verdad, nada de lo que veía me parecía real, corriendo entre lugares oscuros mientras me daba cuenta que los arboles que veía a mí alrededor no eran más que manchas sin sentido alguno.

¿Estaba soñando?

Y como si mi subconsciente me hubiera entendido, las cosas sin sentido que veía desaparecieron por completo hasta que todo se volvió negro. Y entonces comencé a volver a la realidad.

Y supe que lo hacía al sentir todos mis huesos y músculos de nuevo. Mi cabeza que parecía dar vueltas, al igual que mi cuerpo, me dolían como si me hubiera arrollado un tren, y abrí los ojos para intentar entender lo que pasaba.

Pero todo seguía negro.

Tardé dos segundos en despertarme por completo y contuve las ganas de gritar al darme cuenta que no podía ver nada. Fue cuestión de segundos darme cuenta que aunque hubiera querido, el pedazo de tela que tenía amarrado en la boca detrás de la nuca me lo habría impedido.

~Negocio arriesgado - NamSa~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora