Harry y Hailey Potter son mellizos separados cuando apenas eran unos bebés pronto se conocerán y su vida cambiara
La mayoría de los personajes le pertenecen a JK Rowling
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La fiesta de Halloween fue agradable, hubo un banquete exquisito. La mayoría del tiempo la pelirroja y el platinado estuvieron hablando sobre quidditch, y apostando sobre quién ganaría los próximos partidos, era la primera vez que ambos hablaban sin terminar peleando y fue bastante agradable.
En la noche los amigos Slytherin iban platicando animadamente de regreso a su sala común ya que, ya había terminado la fiesta de Halloween.
—¿Ustedes sabían que en el mundo muggle la gente en Halloween se disfraza de algo que de miedo y salen a la calle a pedir dulces?— cuestiono la pelirroja.
—No— contesto Pansy.
—Pero suena como algo divertido— afirmo Theo.
—Hay que disfrazarnos el próximo año.
—Si, podríamos hacer un disfraz grupal— Hailey sonrió.
—¿Alguna vez te haz disfrazado, Potter?— pregunto el platinado.
—No, pero una vez leí sobre eso y me pareció algo increíble.
Los amigos se encontraban caminando cuando vieron a mucha gente en el pasillo y se acercaron a ver.
Delante de ellos, algo brillaba en el muro. Se aproximaron, despacio, intentando ver entre todas las personas que había. En el espacio entre dos ventanas, brillando a la luz que arrojaban las antorchas, había en el muro unas palabras pintadas de más de un palmo de altura.
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LA CAMARA DE LOS SECRETOS HA SIDO ABIERTA. ENEMIGOS DEL HEREDERO TEMED.
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—¿Qué es lo que cuelga ahí debajo? —preguntó Hailey, con un leve temblor en la voz.
Al acercarse más, vio a Harry que estaba justo enfrente de la pared.
—¡Temed, enemigos del heredero! ¡Los próximos ser...
Era Draco, que se callo enseguida al recordar que la pelirroja se encontraba a un lado de ella.
—¿Qué pasa aquí? ¿Qué pasa?
Atraído sin duda por el grito de Malfoy, Argus Filch se abría paso a empujones.
Hailey se acercó a Harry mientras todos volteaban a ver a Filch quien vio a la Señora Norris y se echó atrás, llevándose horrorizado las manos a la cara.
—¡Mi gata! ¡Mi gata! ¿Qué le ha pasado a la Señora Norris? —chilló. Con los ojos fuera de las órbitas, se fijó en Harry—. ¡Tú! —chilló—. ¡Tú! ¡Tú has matado a mi gata! ¡Tú la has matado! ¡Y yo te mataré a ti! ¡Te...!
