DABI +18

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Estaba en ese restaurante elegante, luciendo un despampanante vestido rojo y unos tacones plateados a juego con mis accesorios, esperando a mi marido, el reconocido héroe Hawks. Iba a ser nuestro segundo aniversario, y la copa de champagne en mi mano estaba convirtiéndose en un amargo recordatorio de su retraso, dos horas ya. Intentaba mantener la fachada de la pareja perfecta, yo, una modelo famosa con más de siete años en la industria, cuyo don en el campo de batalla se limitaba a una capacidad de almacenamiento y decodificación de información a gran velocidad; él, Keigo Takami, héroe profesional, segundo en el ranking, todo un mujeriego, encantador y coqueto. Le había perdonado más de una infidelidad, conscientes ambos de que no podíamos darnos el lujo de un escándalo en el punto más alto de nuestras carreras.

Le amaba, pero sabía que él no me amaba lo suficiente. Nuestra relación era más un acuerdo de conveniencia: yo le otorgaba esa imagen estable y seria que necesitaba para seguir escalando, mientras que él me proporcionaba la popularidad que había conseguido en estos dos años.

Terminé mi bebida y, al intentar llamarle una vez más sin obtener respuesta, llegó un mensaje


Desconocido

Deja de insistir, no contestará, está
Buenas manos yo te lo cuido......

Deja de insistir, no contestará, está Buenas manos yo te lo cuido

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El impacto de ese mensaje me dejó fría. No era la primera vez que me era infiel, pero jamás sus amantes se habían atrevido a escribirme.

De camino a casa, puse música en el auto, y parecía que el universo conspiraba para hacerme sentir peor, solo había música triste. No podía darme el lujo de llorar; ser vista en ese estado por un fan o paparazzi sería devastador para mi carrera. Aparqué afuera de nuestro edificio, sintiéndome humillada y estúpida. Miré el anillo en mi mano izquierda, el símbolo de un compromiso vacío. Las lágrimas comenzaron a correr, transformándose en ira. Saqué el anillo y lo dejé en la guantera del coche, conduciendo sin rumbo hasta llegar a la playa. Allí, con el anillo y los tacones en las manos, lloré hasta arrodillarme en la arena. Con una última muestra de dolor, besé el anillo y lo arrojé al mar con todas mis fuerzas.

Quería escapar de todo aquello que me agobiaba. Con esa idea en mente, volví al coche. Pensé en regresar al departamento por mis cosas o, quizás, en perdonarlo nuevamente para obtener una compensación costosa, como había sucedido antes. Sin embargo, decidí correr descalza, tropezando, por calles desconocidas. Mis pies finalmente no dieron más, y me detuve frente a un bar de mala muerte. Entré, y todos me miraron; era evidente que me conocían. Me acerqué a la barra y pedí una mesa y una botella del trago más caro del lugar.

El whisky era fuerte y ya hacía efecto. Desde mi mesa, en un rincón oscuro, vi a un hombre alto con un cigarro. Quería uno. Me levanté temblorosa y le pinché la espalda.

—¡Tú, dame un cigarro! —dije entre risas.

El pelinegro se giró, y lo reconocí al instante.

El Sabor Del Pecado (Bnha +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora