ɪ'ᴍ ᴛʜᴇ ᴄʜᴀʀᴍᴇʀ [ᴡɪɴʟɪx]

03

MinJeong volvió a chillar, otra vez había caído en los encantos de Felix y no era para menos, aquel azabache cada vez que cruzaba delante suyo, generaba que sus piernas temblaran de tan sólo mirarlo.

Sentía esa necesidad de gritarle en la cara, que dejara de ser tan guapo y que no provocara a sus hormonas desequilibrantes que pedían correr a él y calmarlas únicamente con ellos dos uniéndose carnalmente.

Estaba enojada consigo misma, tanto así que ese día fue hasta el banco de Felix y lo jaló de su camisa. El de ojos azules le veía expectante, ambos se encontraban a solas, las clases aún no habían iniciado y los alumnos ni siquiera ingresaban.

—Deja de mirarme tanto.

—¿Yo?—preguntó incrédulo—. Te recuerdo que eres tú quién me está sosteniendo de la camisa.—dijo señalando sus manos.

MinJeong soltó bruscamente a su compañero, no podía entender que siempre terminaba siendo ella, quién, actuaba sin pensar.

—Basta, no me gusta que tengas tus ojos azules clavados en mí... E-es i-irritante...

Felix alzó una ceja, ¿acaso aquella rubia está sonrojada?.

Definitivamente debía aprovechar el momento.

—¿Y cómo sabes que es a tí a quién miro?... Podré haberte dicho eso nuestro primer día de clases pero no implica que seas tú... ¿O deseas que fuese así?.—cuestionó de pie, sus manos inmediatamente sostuvieron las caderas de Kim.

MinJeong agachó la mirada, si lo veía de nuevo, no sería capaz de detenerse.

¿Realmente es así?. Sentía ese deseo egoísta de que Felix sólo tuviera ojos para ella... Pero, ¿por qué?.

—Han pasado semanas desde que nos conocimos, ¿es normal para tí y para mí tener este tipo de atracción?.

—N-no sé...

Lee rió, con una de sus manos, sujetó suavemente la barbilla de la rubia y alzó su mentón con intención de conectar miradas.

Luego de unos segundos, finalmente logró que ella lo viese.

—¿Te gusto?—preguntó—... Porque de ser así, déjame decirte que el sentimiento es mutuo... MinJeongie, no tengo ojos para nadie más que tu persona. Me vuelves loco a tal punto de querer besarte ahora mismo.

Kim sintió todo su cuerpo estremecerse, inevitablemente sus manos viajaron hacía los hombros del azabache, casi juró caerse sino fuera porque Felix estuviese sosteniendo sus caderas en un apretujado abrazo que sólo reforzaba más y más.

Sus labios cada vez se acercaban a los suyos.

Estaban a nada de dejarse llevar.

Para su mala suerte, la puerta fue abierta y la ola de alumnos empezó a entrar.