Capítulo I: Retorno

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"I've been waiting,

now I'm a bad bitch."

Kang Ji-soo

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Kang Ji-soo

El vuelo de regreso a Seúl me parecía eterno; la noticia de la muerte de mi padre había llegado de forma repentina y misteriosa. Sumergiendo mi mente en un torbellino de emociones y preguntas sin respuestas, cerré mis ojos recordando el día que me fui de Corea del Sur. «Es lo mejor para ti, hija» recuerdo decir a mi padre.

11 años antes

Corea del Sur.

Seúl.

La brisa fresca del invierno en Seúl acariciaba mi cabello, mientras observaba el atardecer desde la terraza de la mansión familiar. A mis dieciséis años, ya era consciente de la oscuridad que envolvía la vida de mi familia en el mundo de la mafia, detrás de la fachada de una exitosa cadena de restaurantes. Mi padre, Kang Seong ho, era un hombre de poder y secretos. Y Lee Min woo, en ese entonces sólo su mano derecha, era parte inherente de esa sombría realidad.

—¿Por qué siempre estás aquí, Ji soo?—la voz de Minwoo rompió el sepulcral silencio de mi habitación, provocando que me volteara hacia él con una mirada penetrante.

—¿Tú también vienes a vigilarme, Min woo? 

—No se trata de eso —él soltó un suspiro pesado, adentrándose a la habitación—. Tu padre está preocupado por ti —hizo una breve pausa—. Deberías prepararte para tu viaje a Estados Unidos.

Luego de la trágica muerte de mi madre en un enfrentamiento entre bandas rivales, mi padre había decidido enviarme al extranjero para completar mis estudios y protegerme de los peligros que acechaban en Corea del Sur. Todos esos planes sin siquiera consultar qué era lo que yo realmente deseaba.

20 de diciembre de 2023

Estados Unidos.

California.

—¡Oye, Ji soo! —exclamó María, mi compañera de cuarto y mi mejor amiga desde que llegue a Estados Unidos—. ¿Qué te parece si salimos esta noche a celebrar tu cumpleaños?—preguntó con entusiasmo, sosteniendo una bandeja de café, mientras sonreía con complicidad...

Detestaba festejar mi cumpleaños, pero se veía tan feliz por la idea que no me sentía capaz de rechazar su propuesta.—Por supuesto, aunque no deberías haberte molestado en conseguirme café, con cantarme las mañanitas bastaba.

Ella soltó una escandalosa risa.—No es molestia en absoluto —negó, dejando la bandeja en la gran mesa del jardín del campus—. Además, tengo una sorpresa para ti —reveló. 

La Princesa de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora