Capítulo IV: Árbol de cerezo

17 3 0
                                    

"I feel so far away
You always come my way"

"I feel so far awayYou always come my way"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Kim Min-Joon

Era una mañana cálida y soleada en Seúl. El aire llevaba consigo el suave aroma de los cerezos en flor, mientras yo me encontraba frente al café donde Jisoo me había citado. Mis manos temblorosas jugaban entre sí, y mi mirada se perdía entre los pétalos que caían, recordando la última vez que nos vimos aquí, hace años. Los recuerdos inundaban mi mente con un sin fin de preguntas: ¿por qué me contactó de forma tan repentina? ¿Volverían las cosas a ser como antes?

Pero, ¿a quién engañaba? Era claro que nada volvería a ser igual. Entré al café, el mismo dónde habíamos compartido risas y nuestros momentos más importantes, buscando la mesa donde Jisoo me esperaba. De pronto, nuestras miradas coincidieron y me quedé inmóvil, como un idiota, viéndola. Mis recuerdos no le hacían justicia; se veía igual o incluso más hermosa. Su cabello negro y largo caía en ondas perfectas y su vestimenta, sumamente cuidada, resaltaba su elegancia natural. Cada parte de ella me tenía como bajo un hechizo.

—¿Qué, vas a quedarte ahí parado viéndome?—preguntó, sacándome de mi trance. 

Respiré hondo y aclaré mi garganta, buscando el valor para contestarle.—C-claro que no...

«Maldición, ¿a quién engaño?» Estoy demasiado nervioso por volver a verla.»

—Ya, idiota, ¡ven aquí! —se levantó de su asiento y abrió sus brazos para recibirme.

La abracé, y juro que fue como si hubiera estado esperando toda mi vida por este momento. El tiempo se detuvo y me sentí inmensamente feliz, como aquel que recibe un libro nuevo después de un largo tiempo. La sensación era cálida, reconfortante, y me sumergí en ella por completo.

—Te extrañé—susurré en su oído, absorbiendo su perfume a vainilla.

—También te extrañé... demasiado.

No podía verla, pero estaba seguro de que sonreía, con esa hermosa sonrisa que tanto había extrañado. Nos separamos después de unos minutos, y aunque quería saber muchas cosas, no encontraba las palabras para comenzar la conversación. Recordé cómo al principio nos enviábamos cartas, sí, algo antiguo quizá, pero era algo nuestro. Nos contábamos cómo nos iba, intentando cumplir la promesa de que nuestra amistad superaría la distancia y el tiempo.

Pero al final, esa promesa se desvaneció como humo en el aire. Las cartas se fueron espaciando hasta que dejaron de llegar. En los últimos años, lo poco que supe de ella fue lo que el señor Kang me contaba, y eso no era ni mucho, solo lo que él consideraba necesario que supiera.

Así que ahí estábamos, ella y yo, sentados en la mesa de la cafetería donde solíamos ir, pidiendo lo que solíamos pedir. Todo parecía igual, el aroma a café, la disposición de las mesas, pero nosotros ya no eramos los mismos de antes. Algo había cambiado, en especial en Jisoo; podía percibirlo en su manera de moverse, en cómo sus ojos evitaban los míos por momentos.

—Te pedí que vinieras porque es algo importante, Minjoon —bajó la mirada y empezó a jugar con sus manos, un gesto que siempre hacía cuando estaba nerviosa—. Tengo que descubrir qué es lo que trama Minwoo, y también, quién mató a mi padre.

—¿Qué?—la miré confundido—. Jisoo, el señor Kang tuvo un infarto, no...

—¿Vas a decirme que en verdad crees que le dio un infarto? —me interrumpió; sus ojos negros se encontraron con los míos, cristalinos y llenos de furia—. No hagas que subestime tus habilidades de policía.

—Sabes bien lo que creo, Jisoo.

—Excelente, entonces me ayudarás a encontrar a quién esté detrás de todo esto, ¿no es así?

Asentí que mi lado de detective intentaba analizarla y descubrir qué era lo que realmente pasaba por su mente. Sabía que cuando algo se le metía en la cabeza, era prácticamente imposible hacerla cambiar de idea.

—Primero deberíamos saber a quién nos enfrentamos —indiqué, manteniendo la voz firme.

Ella asintió y le dio un sorbo a su café americano, dejando que el silencio se acomodara entre nosotros por unos segundos.

—Minwoo. Sé que él está detrás de la muerte de mi padre. No tengo dudas de eso.

—Sabes que será peligroso, ¿verdad? —solté un suspiro pesado—. Minwoo, siempre fue alguien inestable, y si llega a descubrir que tú...

—Lo sé, Minjoon —me interrumpió—. Pero si quiero tomar el lugar que me pertenece en la herencia de mi padre, debo acostumbrarme a enfrentar este tipo de situaciones. El peligro siempre estará ahí, y es algo a lo que no le temo.

La determinación en su voz me dejó sin palabras por un momento. Sabía que nada de lo que dijera la haría retroceder.

—Está bien, Jisoo, sabes que siempre contarás conmigo.

—Sabía que estarías de mi lado —sonrió levemente y tomó mi mano—. En verdad me hiciste mucha falta estos años.

—Y tú a mí —le ofrecí una cálida sonrisa, aunque la preocupación en lo más profundo de mi ser empezaba a crearse.

Realmente creía cada palabra que decía. Su voz era calmada; no mostraba miedo; era como si fuera indiferente al peligro. Yo, por mi parte, siempre fui consciente del riesgo que asumí al decidir trabajar para los Kang; después de todo, no tenía nada que perder.

Pero ahora todo era completamente diferente. Sentía un temor inquietante de que algo pueda pasarle a la única mujer que había amado realmente, de perderla para siempre. Y no tengo idea de cómo, ni de qué forma lo haré, pero la protegeré incluso de ella misma si es necesario.

—¡Detective Kim! —escuché gritar a una voz conocida a lo lejos. Me volteé a ver y, efectivamente, se trataba de Minwoo. Se acercó hacia nosotros con paso lento y confiado, su característica sonrisa de grandeza adornando su rostro.

—Jisoo, ¿por qué no me dijiste que tu viejo amigo estaría aquí? Te hubiera acompañado encantado, cariño.

Lo miré confundido. ¿Cariño? ¿Eso significaba que ellos dos estaban juntos? Me negaba a creer que estaría con ese imbécil. Ella se levantó y lo miró, entrecerrando los ojos; su frustración era evidente en cada línea de su rostro.

—¿Qué haces aquí?—susurró por lo bajo, pero aún así logré escucharla claramente. Su voz sonaba frustrada, y él solo la tomó de la cintura, ignorando por completo su molestia. Apreté los puños, tratando de contener mi ira mientras los observaba.

—Fue un gusto volver a verlo, detective Kim, pero mi prometida y yo debemos irnos —dijo, haciendo énfasis en la palabra "prometida".

Desvíe mi mirada hacia Jisoo, buscando una explicación, pero ella negó con la cabeza, como si intentara decirme con sus ojos lo que no podía expresar con palabras. No, definitivamente no era posible que ellos fueran a casarse... ¿O sí?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 11 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La Princesa de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora