《 Prólogo 》

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La luz rojiza entraba a la fortaleza con un aire tenebroso, la noche era fria ,las sirvientas corrían de un lado a otro, con las manos ocupadas entrando y saliendo de la habitación donde se oian gritos de agonia.

"Nacer en una noche roja no es buena fortuna" murmuraba una.

"Roja como la sangre, correrá sangre" aseguraba otra mientras llevaba agua tibia a la habitación.

Dentro de la habitación yacía la reina en una cama dando gritos mientras pedía clemencia a los siete.

Su esposo, el rey la miraba desde una esquina de la habitación, con dolor compartido en su mirada pero determinado a conseguir el heredero que tanto deseaba.

Con un último grito de la reina se escucho el llanto de un bebé, Aemma suspiró de alivio.

Viserys rápidamente se acerco al Maestre para observar al bebé.

"Es una niña majestad" dijo con pesar el Maestre.

Una niña.

No un príncipe,una princesa.

Viserys tomó a la niña en brazos y la observó con ojo critico, sus ojos cerrados y la boca arrugada,como si supiera cuál era su trágico destino en este mundo, se negaba a mirar a su padre, era muy parecida a su Aemma y a su adorada Rhaenyra,pero no era un príncipe,no era lo quería, no era un heredero, Viserys fijo su vista con detenimiento en el cabello de la bebé donde una pelusa blanca como la nieve se comenzaba a formar, pero no era solo blanco, un pequeño mechon rojo resaltaba.
Se preguntó entonces si seria ese algún designio de los dioses o una simple casualidad.

"Aemmyra" —dijo Aemma con la voz entrecortada llamando la atención de Viserys quien contemplo a su esposa,  cansada, demacrada, con el sudor recorriendo su frente pero a sus ojos ella siempre lució como la mujer más hermosa de los siete reinos.
"Aemmyra Targaryen" repitió a lo que su esposo solo asintió, el rostro de la reina se contrajo de dolor, preocupando a Viserys al instante.

Viene otro dio aviso el Maestre mientras hacia pujar a su reina.

Viserys pasó rápidamente a la princesa a una de las sirvientas.

Otro grito se oyó, la reina no resistiría mucho más.

Majestad,el bebe viene volteado, hay que sacarlo—.

Viserys tenia en sus manos la vida de su esposa y su ansiado hijo, adoraba Aemma y también existía la posibilidad de que ese bebé fuera su esperado heredero.

Hay que sacarlo,¿Que hacemos majestad?—los pensamientos del rey fueron interrumpidos por el Maestre.

Viserys tomo su decisión.

Saquenlo,salvenlo a el—ordenó firmemente al Maestre que lo miro horrorizado pero acató su orden, ordenó a las sirvientas que sostuvieran a la reina.

Aemma grito horrorizada mientras negaba y intentaba safarse de las sirvientas ,nadie la culpo, tampoco nadie la salvó, después de todo Visery era el rey y la palabra del rey es ley.

Lágrimas caían por su rostro pero nada hizo cambiar de opinión al rey, nisiquiera el rostro suplicante de su esposa, que lo atormentaria cada segundo de su vida en el futuro.

La gritos de la reina cesaron, para darle paso a un llanto ensordecedor.

Es un varón Majestad— anunció con alegria mientras evitaba mirar el vientre abierto de la que fue alguna vez su reina.

Viserys rápidamente lo tomó en sus brazos.

¿Había llegado por fin su heredero?.

La realidad le llegó como balde de agua fria, Aemma murió.

Y para su desgracia su tan ansiado heredero murió pocas horas después.

Esa noche solo sobrevivió Aemmyra y fue juzgada por ello.

Los funerales de madre e hijo fueron realizados a la mañana siguiente, con la hija mayor del rey llorando la perdida de su madre y siendo consolaba por el hermano menor de su padre.

Aemmyra siendo cargada por una criada metros lejos de su padre que se negaba a  tenerla cerca ,desviando su propia culpa hacía su hija.

☆★★★★°•○

N/A: Prólogo algo largo y sangriento pero necesario,esperó queden conformes.
Maldito Viserys.







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