Condena

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Cap. IV


Condena


La guerra estalló una vez más, el blanco y el negro jamás fueron tan nítidos, en los ojos del rey negro jamás brilló tanta decisión, debía recuperar a su hijo, al pedazo faltante de su esposa.

Millones de piezas fueron sacrificadas ¿Quién diría que la mezcla de sus sangres devolvería al reino su antiguo color?

Tal vez era por el deseo de una familia, por la convicción de la venganza, el reino negro se tragaba al blanco como una peste llevada por las ratas.

Cuando la ciudad capital era la única que conservaba el color de las nubes, cuando todo a su alrededor parecía ser consumido por llamas negras Oh Min Ho enloqueció, su rabia se dirigió al causante de su desgracia, no, no fue a su hijo menor, fue al que decía amar, a su obsesión, cuando la marcha del enemigo se escuchó en las puertas uso el cuerpo del niño después de días de inanición, destrozó las frágiles costillas, los delicados pellejos, tal vez fue una bendición que el hambre llevó a Bum a un estado casi inconsciente donde el dolor se sentía lejano, sin poder sentir lo que su cuerpo sufría, sin poder ver como el rojo se extendía con rapidez fuera de su cuerpo, el frio se extendía desde donde el rey invadía, más a pesar de todo, su pensamiento era claro, cuando las embestidas se volvieron más bestiales, cuando las manos del que decía ser su progenitor le apretaron el cuello, cuando sentía que estaba por dar su último aliento, la imagen de su hermanito fue lo que apareció, el arrepentimiento inundó su ser y por primera vez, la rabia, la marca en su pecho se extendió, como descendiente de lo etéreo la magia reaccionó, la corona cayó al suelo, el cabello ahora blanco se desparramó, la cabeza voló en lo alto, el rey pereció.

De alguna forma pudo sacarse el cuerpo de adentro, la marca volvió a la flor, la tos invadió su ser, podía sentir el hierro querer salir de su garganta, la imagen del pequeño niño seguía en su mente, los albores de la guerra se hacían más fuertes, como un eco que invadía el castillo, como las trompetas del apocalipsis, más, en sus pensamientos no estaba el reino, no estaba la gente, no estaba el castillo, debía protegerlo, debía criarlo, debía estar con él, se levantó tembloroso, como un títere con cuerdas rotas, pasos que dejaban huellas como pétalos rojos inconexos, el camino se le hacia corto, ya no había dolor, ya no había calor, cuando llegó se sentía flotar, como un alma que ya quiere volar lejos de un recipiente roto, miró a niño dormido ¿Sonrió? No sabía, ya no podía sentir su rostro, quería creer que sí, se acostó a su lado, apretó el pequeño cuerpo en sus brazos, se sintió cálido, suspiró, estaba en casa, ya podía dormir, ya podía cerrar los ojos.

Sólo por un momento todo a su alrededor cambió, estaba en hierro negro, acostado en un lecho nocturno, se sintió extraño como si no fuese realmente él, movió las manos, las vio temblar, tan parecidas pero tan diferentes, tan puras, sin cicatrices, sin mancha, luego el calor lo envolvió desde sus labios, la obscuridad volvió, el frio, el ardor, el dolor de la marca se acrecentaba como si luchara por vivir, su corazón dolía, sentía sus huesos romperse, su piel derretirse más el sonido no salió, su pecho quemaba, se extendía y luego se reducía, la marca como en una suplica silenciosa, como en un ultimo aliento dejó caer sus pétalos, se consumió, Yoon Bum sintió que algo le fue arrebatado, algo le fue robado, fue extinto, más junto a su extinción se le otorgó la iluminación o debería decirse, la condena.    

Ajedrez [Killing Stalking]Where stories live. Discover now