14. Raizel | Torturame.

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Capítulo 14:
Torturame.

La cena sería en un exclusivo restaurante del pueblo, parte de un circuito de hoteles y edificios de lujo que fueron creados con la única finalidad de serle de alojamiento y distensión al selecto grupo de inversores, renombrados académicos, políti...

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La cena sería en un exclusivo restaurante del pueblo, parte de un circuito de hoteles y edificios de lujo que fueron creados con la única finalidad de serle de alojamiento y distensión al selecto grupo de inversores, renombrados académicos, políticos y empresarios que dieran su paso por Cumbre Aciaga.

El hotel se llamaba La Dama Blanca, un alojamiento cinco estrellas en la calle principal que imitaba la apariencia de una estancia palaciega.

Estaba recubierto con mampostería de piedra, mesas de roble y una iluminación cálida, acentuada por el paisaje violáceo del lago que se observaba a través de la pared lateral hecha de vidrio.

Maldije mi puntualidad por habernos hecho llegar media hora antes de la reservación.

Conocía a Cavale, él nunca llegaba temprano.

──¿Todo bien, bonita?

Cassio sostuvo mi mano por encima de la mesa, me mordí los labios ante la intromisión de Rival en mis pensamientos.

Odié cómo un dato tan estúpido como ese podía despertarme tanta añoranza, quizás porque cuando quieres a alguien lo haces de todas las formas, desde cómo decide hacer tiempo para no llegar temprano a un lugar, hasta en si bebe té o café, o si prefiere libros en lugar de películas ─lo segundo en caso de Rival.

──Desearía que no hubieras aceptado la invitación sin consultarme, es todo.

──Es un inversionista importante, lo mejor es tenerlo contento, por ti, por tu proyecto.

Observé a Cas un momento, entendía que tenía razón, era lo lógico de pensar, pero eso no hacía más fácil enfrentar la noche.

Cas besó mi mejilla, luego me miró como si pensara ir por mis labios, enarqué una ceja esperando ser lo suficientemente desalentadora.

Hubo un tiempo en el que amé todo de Cas, sus manías más tontas y hasta su forma de sacarme de quicio, ya nada de eso me despertaba más que un leve deje de familiaridad.

A veces me daba consuelo pensando en el día en que sintiera la misma tranquila indiferencia respecto a Cavale.
La mayoría de las veces el dejar de quererlo como lo hacía me aterraba más que la idea de no hacerlo.

──Te enamoré una vez, Raizel, puedo hacerlo dos veces ──amenazó con una sonrisa.

──Inténtalo.

Se encogió de hombros, tirándose hacia atrás en su silla, tomando el desafío.

Desvié mi vista al lugar, en mal momento para ver entrar a Isaac Llanten acompañado de Rival Cavale.

Él vestía unos pantalones oscuros, camisa blanca y sin corbata, con un traje negro que lo hacía lucir como la horrible representación de todos mis demonios.

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