Capítulo 3: Meet kindness.

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Un golpe se escuchó en la puerta, Doyoung no respondió porque aún tenía miedo de las consecuencias de sus actos. Se calmó al darse cuenta que se trataba de John, quien llevaba un plato de sopa en sus manos.

—No le sucedió nada grave a Jungwoo —dijo John, dejando el plato de sopa en la mesita de noche. —Llevas dos días encerrado, y yo solo... creí que sería bueno que supieras que el general Minseok lo convenció de no quejarse con los altos mandos.

—Gracias —habló Doyoung, sin muchos ánimos. —Lamento los problemas causados, juro que no sucederá de nuevo.

—A todos nos pasa al principio, no nacimos sabiendo controlar nuestras habilidades, es algo que se aprende con el tiempo —John tomó asiento en una esquina de la cama, observando el collar de metal en el cuello de su líder. —Yo sé que no debería de tratar de justificar el comportamiento de los demás, pero es difícil que los chicos confíen en alguien en tan poco tiempo y mucho más sabiendo que nos están ocultando toda tu información. Ellos tienen miedo de que seas algún tipo infiltrado, ya sabes, por lo que sucedió hace tiempo.

—¿Qué sucedió? —preguntó Doyoung, atreviéndose a mirar a John.

Era demasiado guapo.

—Algunos éramos pequeños aún, pero dos personas se infiltraron en UNIT y atacaron por la espalda, aprovechando la confianza que se les había brindado —explicó John. —Mi madre fue una de las tantas víctimas y, de hecho, en este escuadrón tenemos eso en común, todos perdimos a un ser especial en ese ataque. La UNIT dijo que era buena idea colocarnos juntos para poder estar con alguien que entendiera nuestro dolor. Y tenían razón, actualmente somos una familia.

Doyoung sintió que su corazón se rompía. Claro que sabía de que ataque estaba hablando, porque fue el mismo que ocasionó el final tan violento de sus padres. Sabe que ellos nunca fueron personas inocentes y que sus crimenes hasta el día de hoy seguían afectando a muchos, pero el no conoció esa crueldad que otros dicen.

Su hogar era eso. Un hogar.

Había besos de buenas noches y abrazos en medio de las tormentas eléctricas. Nunca vió nada que llegase a afectarle su mente inocente, por eso reaccionó tan mal aquel trágico día, porque nunca había presenciando actos violentos.

El solo era un niño que jugaba con sus muñecos mientras mamá cocinaba y papá se acercaba a ella para molestarla con besos en la mejilla. Ni siquiera conocía la muerte o la maldad que rodeaba al mundo.

—Escuché sobre eso —dijo Doyoung. —Pero esos temas me causan malestar.

—¿Quienes son tus padres? —preguntó John con genuina curiosidad. —El mío es el general Minho, heredé su habilidad para las armas.

—No lo sé —Doyoung evitó la mirada llena de lástima que le dió John. —Fuí criado entre generales.

—Mark y yo creíamos que eras el hijo del general Minseok —habló, sorprendido. —Se parecen.

—Fue mi tutor, solo eso.

Ni en sus sueños podría llegar a pasar que Minseok lo quisiera como un hijo. El general tenía su propia familia y amaba tanto a su hijo que lo mantenía en secreto ante sus compañeros, pero bajo la total protección de UNIT.

A el también le prometieron protección y hasta el día de hoy no llegaba.

—Con razón pareces muerto viviente. Ser educado entre generales amargados debió de ser difícil —John alzó sus cejas. —Agradezco que mi padre no sea así con nosotros.

—Tus días en familia deben ser divertidos, los míos incluían sesiones de boxeo —Doyoung forzó una sonrisa y John finalmente rió, creyendo que su líder estaba sintiéndose mejor como para bromear.

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