「 ✦ᴛᴇ ʙᴜꜱǫᴜᴇ ✦ 」

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‎‧₊˚✧[ ɢᴘ ᴊᴀᴘᴏɴ ᴘɪꜱᴛᴀ: ᴄɪʀᴄᴜɪᴛᴏ ᴅᴇ ꜱᴜᴢᴜᴋᴀ 2017]✧˚₊‧


Después de la discusión con Kat, me sentí terrible. Sabía que la culpa recaía en mí, y aunque deseaba remediarlo, era demasiado tarde. Se había ido y no tenía idea de dónde podía estar. Intenté contactarla enviándole mensajes y la busqué en el hotel donde solíamos quedarnos, pero ya no estaba registrada bajo su nombre y apellido. Ni Max ni Kelly estaban disponibles para hablar cuando intenté comunicarme con ellos.

Con el pasar de los meses, me enteré de que Katherine había sufrido un aborto o algo similar. Escuché a Max y Carlos hablar sobre ello en una conversación que accidentalmente escuché. El peso de la culpa y la tristeza por lo sucedido se hicieron aún más presentes en mi mente.

Así que un día antes del Gran Premio de Emilia Romaña, hablé con Max en el garaje de Red Bull. Le dije,―Max, sé que no nos hemos hablado mucho últimamente y entiendo por qué, pero no sé nada de Katherine. Ya hablé con Patricio en México y no me da ninguna respuesta.

 Max apenas podía mirarme y me respondió: ―No sé, Checo. Sinceramente, tampoco sé nada de ella― Sabía que era una mentira, porque ellos sabían lo que le había pasado a Katherine y todo era culpa mía.

 ―Cuando sufrió el aborto... ese día que peleé con ella―

 ―Checo, sinceramente no sé. En verdad, solo sé que perdió al bebé, eso es todo. No sé nada de ella. ¿Querías olvidarla o me equivoco?―Max se puso serio y cruzó los brazos.

 ―Sí, lo sé. Pero quiero saber cómo está, necesito verla.

―Mejor no la busques. Si la quieres, aléjate de ella―. Max salió de allí dejándome con un nudo en la garganta y el peso de la culpa aún más pesado sobre mis hombros.


A pesar de que cada mensaje sin respuesta era como un golpe en el pecho, no podía rendirme. Cada intento era un susurro de esperanza en medio de la oscuridad que había creado. Me atormentaba la idea de haberla lastimado tanto, de haberla perdido por completo. Pero algo dentro de mí se aferraba a la posibilidad de que aún quedara una oportunidad para arreglar las cosas.

Cada vez que miraba mi teléfono, una mezcla de ansiedad y desesperación me invadía. ¿Qué estaba haciendo mal? ¿Por qué no respondía? Las palabras que le había dicho en aquella discusión seguían resonando en mi cabeza, como un eco de arrepentimiento. Si tan solo pudiera retroceder en el tiempo y borrar cada una de ellas.

Pero el tiempo no se detenía, y mientras más pasaba, más angustia sentía. ¿Estaría bien? ¿Había superado el dolor que le causé? ¿Me perdonaría alguna vez? Las preguntas me atormentaban día y noche, convirtiéndose en una carga que no podía sacudirme de encima.

Aunque sabía que buscarla constantemente podía empeorar las cosas, no podía evitarlo. La incertidumbre era como un veneno que corría por mis venas, consumiendo cada parte de mí. Necesitaba respuestas, necesitaba saber que aún había una oportunidad para enmendar mis errores y recuperar lo que había perdido.

La vida nocturna y las fiestas solían ser una forma de evadirme, de intentar olvidar los errores del pasado. Pero cada vez que salía, en el fondo sabía que no era para celebrar. Mis victorias en la pista ya no me brindaban la misma alegría que antes. La sombra de mis acciones pasadas se cernía sobre mí, oscureciendo incluso los momentos de triunfo.

Mis amigos y colegas notaban mi cambio de actitud. Ya no era el mismo, ya no podía fingir que todo estaba bien. Aunque intentaba mantener una fachada de normalidad frente a las cámaras y la prensa, en lo más profundo de mi ser, sabía que algo estaba mal.

Circuito del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora