Eugenia terminó de dibujar una línea negra en el rabillo de su ojo para completar el maquillaje. Acomodó la parte superior de su body celeste de tirantes gruesos y echó un último vistazo al espejo. Peinó con las manos su cabello castaño suelto, un poco más largo que sus hombros y de corte grafilado. Sacó el perfume de su clóset y roció a ambos lados de su cuello.
– ¡Hey! ¡Han venido por ti! – gritó Paúl desde el otro lado de la puerta.
– ¡Ya voy! – respondió con otro grito a su hermano menor.
Se sonrió a sí misma en el espejo de la peinadora hecha con madera pintada de blanco con unas flores de color violeta pintadas a mano. Se dirigió hacia la sala, decorada con muchos cuadros de pinturas abstractas que hacían juego con los sofás de color negro. Buscó a su cita, pero no la encontró. Entonces abrió la puerta principal y ahí estaba Valentino. – Tino – menciona su nombre con alegría.
– Hola bebé – responde.
– ¿A dónde iremos?
– ¿No te dije? Creí habértelo mencionado. Gregorio nos invitó a un bar, donde habrá música en vivo. Quizá me atreva a dedicarte una canción – le guiñó el ojo.
– No me habías dicho – rio ante la idea de su novio cantándole frente a algunas personas. – Sólo dijiste que saldríamos a pasar el rato. Me emociona la idea de ver a un grupo en vivo.
– Supuse que te emocionaría – Valentino extendió su mano hacia el frente de Eugenia, la cual ella tomó sin dudar. Luego subieron a un auto marca Nissan, modelo Sentra 2007 de color plateado. Llevaba un gracioso castor colgando en el retrovisor central y los asientos están desgastados. Era del padre de Valentino.
Pronto estaban estacionando justo al lado de la acera. Se observaba un establecimiento pequeño, cuya entrada estaba adornada por muchas luces de neón de colores llamativos. A Eugenia le preocupaba que fuera ilegal estacionarse allí, pero no le dio importancia a su miedo. Estaba más interesada en pasarla bien. Mordió su labio inferior mientras sostenía una sonrisa. Valentino bajó primero del coche, le dio la vuelta y abrió la puerta del lado del copiloto para que su novia bajara. Eugenia acomodó su bandolero hacia la izquierda para estar más cómoda. Tomó el brazo de Valentino y miraron a ambos lados de la calle para cruzar hacia el bar. La puerta estaba vigilada por un hombre pequeño y regordete. Tenía un bigote oscuro y carecía de cabello. – Identificaciones por favor – dijo. Ambos jóvenes se dispusieron a mostrarle lo solicitado y acto seguido el vigilante les cedió el paso. El bar era grande, había una gran cantidad de personas consumiendo alcohol, bailando, hablando. Se escuchaba la canción Bad Habits interpretada por Ed Sheeran en su versión remix de Joel Corry.
– ¿Y? ¿Qué dices? – Valentino pregunta a su novia.
– ¿Qué? ¡No te oigo!
– ¿Qué opinas? – preguntó acercándose a su oído.
– ¡Está increíble! – grita Eugenia.
– ¡Sabía que te gustaría! Enseguida regreso. Iré por unos tragos. ¿Se te antoja algo en particular?
– ¡Estoy a tu merced! – se sonrieron el uno al otro y Tino desapareció entre la multitud. Eugenia iniciaba un baile recatado.
– ¡Hey! – escuchó un grito desde atrás.
– ¡Gregorio! ¡Hola! – saludó a un chico de su misma estatura, de pelo corto y peinado con gel hacia arriba. Era corpulento, se notaba su ejercicio constante.
– ¿Qué te ha parecido?
– ¡Le dije a Tino que está increíble!
– Eso pensé – le dijo guiñando el ojo. – Espero te diviertas – plantó un beso en su mejilla.
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Siempre has sido tú
Fiksi Remaja¿Y si el mundo se nos acabara en un segundo, sin haber dicho todo lo que somos capaces de gritar? ¿Qué tal si el tiempo nos lo arrebataran de las manos sin expresar lo que necesitamos llorar? ¿Y si los sueños se perdieran en desvelos por miedo a dem...