Capítulo 2

120 15 1
                                    

Me desperté confundida, el reloj de mi mesita de noche marcaba las ocho de la mañana. Me levanté de mi cama para bajar a saludar a papá pero al parecer no había regresado del trabajo, lo que quiere decir que König no estaba en casa tampoco – un sueño – murmuré. Me decepcioné un poco, quiero decir, se sintió tan real que realmente esperaba ver al austriaco a mi lado esa mañana, pero supongo que debía seguir soñando con ese momento que quizás jamás suceda.

El sonido de las llaves abriendo la puerta me hicieron mirarla de inmediato, mi padre llegó junto con algunas compras, riendo y conversando con alguien más. Había olvidado que era domingo, las reuniones de mi padre eran a las diez, así que debía preparar todo para sus invitados, que, literalmente eran todos los soldados que trabajaban con König, pero solo uno de ellos era amigo cercano de ambos, lo que me hacía pensar que la mayoría estaba allí para beber algo de cerveza y ganarse a los jefes.

Ver a mi padre reír me sorprendió un poco, me sorprendí más al ver a una mujer joven entrando después de él. Me dio gusto que mi padre pueda conocer a alguien más con quien pueda disfrutar de su vida y su espacio y verlo tan contento me llenó el corazón.

– Oh, (TN), ella es Frida – decía mi papá – es la nueva novia de König – mi mundo se fue al piso y se rompió en el instante, vi a König entrar después de esa mujer, él sonreía, se notaba en sus ojos. Trataba de esconder mi respiración entrecortada, mis manos temblaban, me puse pálida en el momento. Miré con rabia a la mujer, quien sonreía alegre mientras tomaba el brazo de König, parecía que lo hacía a propósito, la odié desde el primer instante.

– ¿No te vas a presentar? — dijo König mirándome serio, se había borrado la sonrisa de su rostro, su voz sonaba ronca. Respiré hondo tratando de mantener la postura ante toda esta repudiante escena, no podía creer que me estaba pidiendo algo como eso.

– Claro, un gusto – respondí sin ánimo.

– Discúlpala, parece que recién se despierta – dijo mi padre, escuché a todos reír mientras conversaban entre ellos de otras cosas.

Me dirigí a la cocina para poder tomar un vaso de agua, ¿cómo podía hacerme esto? Todo este tiempo pensé que él sabía sobre mis sentimientos, que sabía que la razón por la que yo estaba tan bien era él. Pensé mal, pensé muy mal.

Tenía mi corazón entre mis manos, tratando de arreglar lo que estaba pasando, mi padre entró a la cocina y me vió ahí, de pie, inerte. Mis ojos estaban llenos de lágrimas y un pitido en mis oídos no me dejó darme cuenta que él había estado observándome. No podía dejar que se entere, no podía causar que lo alejen más de mí.

Mi padre aclaró su garganta, sacándome de mis pensamientos de inmediato, lo miré buscando ideas en mi cabeza para poder distraerlo, corrí a abrazarlo y sollozar en su pecho – ¿qué sucede? – preguntó envolviéndome en un abrazo, negué con la cabeza un poco.

– Es que… – dije entre sollozos – mi mejor amiga se irá del país – mentí. Era la excusa más estúpida que podía haber usado, pero era una que podía demostrar que era cierto, porque en realidad mi mejor amiga sí iba a irse del país, pero no era algo que me afectaba tanto como para recurrir al llanto.

Mi padre siguió abrazándome, me sentía mejor, pero no era suficiente.

Ese día no bajé al patio para nada hasta el mediodía, me dispuse a mirar por la ventana de vez en cuando para ver a la nueva pareja del momento dándose mimos, era demasiado irreal, era obvio que ella no era buena para él, yo lo era, ese lugar que ella estaba ocupando me pertenecía a mí. Me sentía traicionada, asqueada, quería morir en ese momento. Pero debía ser más inteligente que ellos y actuar como una chica de mi edad.

Curiosidad - König x Fem ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora