Capitulo 7

55 7 3
                                    

Los días pasaban, König no parecía dar señales de querer saber de dónde saqué el pañuelo, aunque era bastante obvio de dónde lo había sacado. Por fin se habían acabado las clases, por lo que me dispuse a relajarme en lo que me quedaba tiempo, Andrew tuvo que viajar fuera de la ciudad a un lugar donde la señal era pésima y nuestras conversaciones por teléfono se vieron reducidas en su mayoría. El austriaco me sacó de mis pensamientos en cuanto posó su enorme cuerpo frente al televisor, fruncí el ceño confundida aunque ya sabía que teníamos una conversación pendiente.

– ¿Qué hacías en mi habitación? – me atoré con mi saliva, no pensé que sería tan directo conmigo en cuanto al tema.

– No sé de qué hablas – fingí confusión e inocencia.

– Claro que sí – dijo tirando el pañuelo contra mi rostro – ¿qué hacías en mi habitación? Sabes perfectamente que está prohibido entrar en ella. Me desobedeciste.

Tenía los nervios a flor de piel, no lograba entender si estaba en problemas o si él estaba tratando de sacar algo más de información, no entendía exactamente a dónde él quería llegar con esta conversación. Okay, si bien es cierto que jamás debí invadir su espacio personal, él no debería tener tantas cosas mías ¿o sí?

– Estuviste hurgando en mi cosas – lo miré indignada – ¿de dónde sacaste eso?

– Eres pésima escondiendo cosas, ¿lo sabías?

– ¿No crees que la pregunta aquí es qué hacías tú con ese pañuelo? – respondí haciendo énfasis en el "tú". El hombre frente a mí sonreía, lo sabía por sus ojos achinados.

– Un pequeño recuerdo que tomé prestado – dijo serio.

– Eres un pervertido – respondí. Admito que sacar esa conclusión podría causar una pequeña discordia entre el mayor y yo, quizás él solo me apreciaba lo suficiente como para considerar guardar esos pequeños objetos como un padre guardaría los recuerdos de su hija mientras va creciendo, ¿pude haber herido sus sentimientos?

– No sabes de lo que hablas, niña – su voz se volvió oscura, ¿toqué un nervio?

– Oh, claro que sí – dije levantándome de mi lugar caminando hacia él con paso lento con el pañuelo aún en la mano – no deberías tener esto. Dijiste que lo había perdido.
El hombre se dispuso a parecer más alto frente a mí, enderezando su espalda y alzando un poco más la cabeza para mirarme como quien mira a una cucaracha, yo no le tenía miedo en absoluto, aunque admito que se puede ver intimidante para otras personas, en mí no causaba esa emoción, todo lo contrario, esa mirada causaba algo en mí que no lograba entender del todo; me trepé en uno de los muebles para intentar igualar su estatura, funcionó un poco, pues al menos logré que bajara un poco la cabeza para verme directamente a los ojos. Sé que mi actitud es de una niña malcriada, pero tenía demasiadas preguntas que él debía contestar.

La respiración de ambos estaba agitada, no sabía bien si era una confrontación real o yo estaba actuando así para conseguir algo más a cambio, de cualquier manera, no pensaba dejar el tema nuevamente pendiente, iba a conseguir respuestas y lo iba a hacer hoy.

– ¿Entonces? – habló con la voz áspera – ¿cuál es tu teoría?

– No tengo ninguna teoría – me alejé de él – solo no entiendo por qué tanto misterio. Tómalo, no lo necesito – dije extendiendo el pañuelo frente a su rostro aún estando a su altura. Él me miró confundido pero lo tomó.

– Aún no respondes mi pregunta – dijo sujetándome, sus manos posaban en mis hombros evitando que me alejara más de él.

– ¿Cuál? – su cara era una mezcla de ira y resignación, no sabría explicarlo pues tenía un pasamontañas cubriendo la mayoría de su rostro, podría jurar que él quería gritarme en ese momento – oh, ¿qué hacía en tu habitación? – él entrecerró sus ojos y asintió en un solo movimiento.

Curiosidad - König x Fem ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora