Capítulo 9

47 7 2
                                    

Mi corazón palpitaba con fuerza, mi respiración era agitada, habían pasado algunos días desde el encuentro con König pero aún seguía sintiendo sus brazos rodear mi cintura con la misma delicadeza con la que tomarías una mariposa para poder observar sus alas, cerraba mis manos formando un puño cada vez que la imagen de mis labios tocando los suyos por encima de la máscara regresaba a mi mente.

– Oye – insistía – ¿estás bien? – regresé a mi realidad cuando su voz ronca retumbó contra mis oídos. Asentí torpemente antes de despegar mis ojos de la pared que había elegido para mirar fijamente mientras me perdía en mis pensamientos.

– ¿Qué sucedió? – dije evitando mirarlo a los ojos.

– Me preocupas, no me has hablado en días y evitas totalmente estar cerca de mí – continuó König mientras mantenía una distancia prudente entre los dos – si es por lo que pasó ese día, podemos fingir que no sucedió – podía notar un poco de desesperación en ese comentario, como si su voz suplicaba en contra de su voluntad. Negué con la cabeza.

– No pasa nada – insistí – es solo que... – el silencio inundaba mis oídos causando un dolor particular, era como si el silencio gritase en mis orejas que rompa de una vez el silencio para poder sacar de mi cabeza las dudas – ¿Por qué?

El hombre frente a mí frunció el ceño, una expresión de confusión y desconcierto grabada en su rostro. Había un aire de tensión palpable entre nosotros, como si el silencio estuviera cargado de recuerdos no deseados. Ambos éramos conscientes de que lo que había ocurrido no se desvanecería de nuestras mentes en un instante, como si nada hubiera pasado. Era un hecho irrefutable que habíamos cruzado una línea que, aunque invisible, se sentía monumental. En mi interior, sabía que el abrazo que me ofreció en ese momento no solo era un intento de reconciliación, sino una forma de aferrarse a lo que estaba sucediendo. Era un instante especial, cargado de una intimidad que ninguno de los dos lograba comprender del todo. Sin embargo, ese abrazo no podía borrar las dudas y el desconcierto que nos rodeaban, marcando el inicio de algo que ninguno de nosotros estaba preparado para reconocer.

– Tengo demasiadas preguntas – continué – no sé ni siquiera con qué empezar, mi cabeza no se queda callada ni un segundo – podía notar como el mayor se tensaba en cada palabra que salía de mi boca, como si esperara que algo terrible salga de ella.

– Solo dilo – su voz tenue, triste – no trates de encontrar las palabras, solo dilo.

– ¿Por qué dejaste que me acercara de ese modo? – me miró – no lo entiendo, tú no me separaste, no hiciste nada para detener ese beso – las palabras se me trababan al hablar, estaba nerviosa y se notaba por la manera en la que mi boca gesticulaba.

– No fue un beso – interrumpió – los besos se dan piel con piel – respondió mientras se acercaba más a mí – creo que es bastante obvio lo que está sucediendo.

Recordé el breve instante en que lo observé, un susurro de tiempo suspendido mientras intentábamos aquel beso que, a la postre, resultó fallido. Sus ojos estaban cerrados, mostrando una serenidad que me cautivó por completo. Me atrevo a decir que disfrutó de ese instante, un momento robado donde mi adrenalina desbordaba, llevándome a actuar sin pensar en las consecuencias. Y él... él no me detuvo. En ese silencio compartido, donde el mundo se desvanecía a nuestro alrededor, había una promesa no pronunciada, un entendimiento profundo que parecía conectar nuestras almas en una danza de vulnerabilidad y deseo.

Sentía mi cuerpo estremeciéndose nuevamente al recordar sus fuertes manos rodearme, necesitaba en lo profundo de mi ser repetir ese momento pero esta vez, deseaba con mi alma que mis labios puedan tocar los suyos.

– Tienes que dejar de perderte así en tus pensamientos, pequeña – dijo con una voz suave – me pones demasiado nervioso cuando no sé lo que piensas – su cuerpo se acercaba al mío sin mucho pudor, como un juego de dominio para ver quién abarcaba más espacio y era obvio que yo iba a perder. Alcé mi mirada tratando de evitar sus ojos azules pero no podía, tan solo su presencia se robaba la atención de mi pequeña y distraída mente y cuando tenía que enfrentar su mirada era como si todo se detuviera y rotara alrededor de mí.

Curiosidad - König x Fem ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora