IV

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11 • Marzo • 2024

Sunghoon se preguntó a si mismo el por qué de aquel acto de caridad, la respuesta más pronta en llegar a su mente es que fue impulsado por pura y simple amabilidad, mas si ahondaba aún más en el creciente sentimiento de angustia en su pecho y se escabullía en los interminables pasillos de su conciencia, encontraría entonces el sentimiento de culpa que poco a poco inundaba su mente.

A medida que avanzaba por el pasillo en busca del aula B7 para pasar la hora de castigo con sus amigos como ya se le había hecho costumbre, frotaba sus manos contra la aspereza de su blazer para disimular el abundante sudor en ellas, a pesar de encontrarse un grado bajo cero. Su cuello se hallaba completamente helado causándole un escalofrío que oscilaba entre este y su nuca. Sacudió su cabeza intentando deshacerse de él sin éxito, para cuando su nervioso rostro asomó por la puerta, ya había ganado la atención de Jake sobre él.

— ¿Pasa algo? — preguntó en un tono más sugerente que preocupado.

— No, nada.

No mentía.

No ocurría nada, en lo absoluto. Solo había querido darle una pequeña alegría a un estudiante de su escuela enviándole una nota amable.

¿Era acaso eso un problema?

Él no lo creía.

Entonces no entendía el por qué no podía deshacerse de aquella angustia que se había instaurado en su pecho hacía una semana exactamente.

Nunca le causaron gracia las burlas de su amigo hacia el recién llegado, sin embargo, reía y contribuía en ocasiones a aquellas bromas. Con el pasar de los días ya no eran chistes ocasionales, sino un constante acoso, una fijación cada vez más real.

Sunghoon de a poco cesó su participación en aquella actividad y optó por limitarse a guardar silencio y fingir no escuchar a sus amigos riendo para no ser cuestionado por no sumarse a aquellas burlas.

A ratos se descubría a si mismo contemplando al escuálido chico. Rastreaba con la mirada cada perímetro de su rostro y cuerpo, buscando sin éxito algún motivo por el cual el joven de redondas mejillas y zorrunos habría despertado en su amigo tan grande rechazo.

Días atrás en los corredores le habría sorprendido junto a su locker tomando sus pertenencias, el cuerpo contrario se tensó como si un radar interno le avisara su llegada. No era una situación agradable de presenciar, Sunghoon no quería que le temiera, saboreó el amargor en su boca y se esforzó en mostrarse indiferente, mas cuando el más bajo huyó en dirección a su aula, la torpeza de sus pasos le hizo tropezar, su corazón se estrujó hasta empequeñecer y entonces la única alternativa visible era ayudarle, no sin antes cerciorarse rápidamente de estar completamente a solas en aquel largo pasillo.

Aquella fue la primera vez que admiró su rostro con tal cercanía, sus ojos brillaban en temor y sus manos temblaban como pidiendo a gritos ser sostenidas entre las suyas, sugerencia que a Sunghoon le costó mucho esfuerzo ignorar, su tez blanca como la leche era adornada por un suave rubor y sus rojos labios se abultaron en un ridículo mohín. Sunghoon tragó con fuerza rompiendo el contacto visual apenas tuvo la oportunidad, dio un giro rápido y camino de prisa en dirección contraria.

Absolutamente nada que a ese chico concierne le había resultado molesto además de la forma en que sus manos cosquilleaban por tocar su piel y verificar si es tan suave como lo parecía.

Una vez que aseguró para sus adentros que aquel muchacho no merecía ser señalado de la forma en que Jay lo hacía, la culpa no hizo más que crecer.

La nota sería solo una forma de cerrar ese ciclo, de informarse a sí mismo que a partir de ese momento no volvería a ser partícipe de las burlas hacia él. Todo había acabado.

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