III.

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Lo último que Jacaerys espero al estar dentro de la Fortaleza Roja para el banquete fue que un grupo de alborotadores iniciarán una disputa.

Jacaerys buscó desesperadamente entre la multitud a Aegon y Helaena, su corazón latiendo con fuerza mientras la tensión en el salón aumentaba con cada segundo que pasaba.

Finalmente, avistó a Helaena emergiendo entre la multitud, su vestido ondeando mientras se abría paso hacia ellos en la mesa totalmente asustado.

Al verla no pudo sentir alivio y su preocupación aumentó al darse cuenta de que Aegon no estaba a su lado.

–¿Dónde está Aegon? –preguntó Jacaerys con urgencia mientras se acercaba a su tía.

Helaena le agarró del brazo con fuerza, sus ojos reflejando la angustia.

–¡Está en medio del tumulto, Jacaerys. No sé que ocurrio, pero se armo una disputa y las cosas se están saliendo de control! ¡Tienes que sacar a mi hermano de ahí! –exclamó, instándolo a actuar con premura.

Sin pensarlo dos veces, Jacaerys se liberó del agarre de su tía y se abrió paso a través de la multitud hacia donde se libraba la pelea.

La adrenalina bombeaba por sus venas mientras su mente se enfocaba únicamente en llegar hasta Aegon y sacarlo de la refriega.

Jacaerys no tuvo que pensarlo mucho, se lanzó hacia adelante, golpeó sin piedad a todo aquel que se interpusiera en su camino.

La desesperacion latiendo en él mientras intentaba llegar a su esposo para sacarlo de ahí y ponerlo a salvo.

Jacaerys se abrió camino entre los alborotadores sólo haciendo uso de sus puños.

Golpeó con precisión, sus golpes cayendo con la fuerza de un martillo sobre aquellos que se interponían en su camino.

Sus nudillos se tornaron rojos, y pronto empezó a sentir el líquido caliente de la sangre en ellos.

No mostró piedad.

Sabía que había gente muriendo, gente que estaba ahora herida por su causa, pero no se detuvo.

Aegon era su esposo, y aunque ambos se odiaran, eso lo hacía su mayor prioridad.

Los alborotadores caían ante él, algunos con la nariz rota, otros con labios partidos y otros más con contusiones en el rostro.

No le importaba el derramamiento de sangre.

La multitud se volvía borrosa a su alrededor mientras se abría paso, su visión enfocada únicamente en el objetivo de llegar a Aegon.

Cada paso era una lucha, cada movimiento era una batalla.

Sin embargo, siguió adelante, golpeando sin descanso, hasta que finalmente logró abrirse paso y ver a su ahora esposo.

A medida que se acercaba, notó la mirada confusa y horrorizada en el rostro de Aegon, una expresión que era inusual en él.

Era evidente que el caos de la situación lo había sacudido hasta la médula, dejando al descubierto una vulnerabilidad que rara vez mostraba.

Soltó un suspiro de alivio momentáneo al ver que Aegon estaba siendo protegido por Ser Arryk y Ser Criston.

A medida que se acercaba más a su esposo, dejó escapar un suspiro de alivio al ver que estaba relativamente ileso.

Sin detener su avance, llegó hasta donde estaba Aegon y, en medio del caos que los rodeaba, simplemente le preguntó con urgencia:

–¿Estás bien?

La respuesta de Aegon fue un pequeño asentimiento hacia Jacaerys.

Sin más preámbulos, Jacaerys lo tomó en brazos como si fuera un costal de papas, cargándolo con firmeza sobre su hombro.

"The dragon jewel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora