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Charlie Spring.

Quedé con Nick de vernos hoy a las cinco y media de la tarde, y yo estaba más que emocionado por ir, pero había un problema, no tenía coche para ir y sí, el parque queda algo cerca pero es que me da flojera caminar, así que le pedí a alguien que me lleve—nadie quiso—, pero termine convenciendo a Tao para que lo haga, yo era el único que no tenía coche y mucho menos sabía conducir.

[...]

Tao llegó a mi casa y fuimos al parque en el que quedamos con Nick.

La verdad ya me estaba arrepintiendo un poco, pero ya estoy aquí, no hay vuelta atrás.

Nick Nelson.

Han pasado casi tres minutos desde que estoy aquí y Charlie no llega, estoy tan nervioso, es asqueroso, pero me sudan un poco las manos.

Lo veo a lo lejos, con uno de sus amigos, se acerca y mi mente queda en blanco.

—Hola.

—Mas te vale darme mis donas, Charlie—le dice su amigo.

—Sí, sí, ahora ya vete—lo empujó suavemente su amigo se fue y nos quedamos parados sin decir nada.

Solo nos miramos.

—Esta muy linda la tarde, ¿No crees?

—Sí, emmm, muy linda—digo torpemente.

—Y... ¿Ahora que se supone que haremos?

—Emmm, pues hay una heladería cerca, ¿Te parece bien si vamos...?

—Claro.

ÉI Sonríe.

Yo También.

De un momento a otro él tiene su mano entre la mía y se siente bien, se siente suave, calida.

Llegamos a la dichosa heladería, pedimos nuestros helados y nos sentamos en un asiento de madera que tenía vista al lago.

Es lindo, él es lindo... Todo cerca de él es lindo.

Comíamos nuestros helados sin emitir palabra alguna, solo observando la hermosa vista que teníamos frente.

Hasta que yo digo:

—¿Siempre sales con alguno de tus amigos?—lo miró esperando una respuesta.

—Sí, es que no tengo coche—rie despacio y noto como sus mejillas se tornan algo rosadas.

—¿Eres menor de edad acaso?—digo a modo de broma.

—Claro que no, tenemos casi la misma edad—mete una pequeña cuchara de helado a su boca.

—¿Ah, sí,?, ¿Entonces cuántos años se supone que tengo?—imito su acción.

—A ver... si yo tengo... veinte, tu debes tener ¿Veintiuno o veintidós?—dice golpeando la pequeña cuchara sobre sus labios—Tu eras un año mayor para mí cuando estábamos en Truham.

—Ah, sí, eso tiene sentido pero... ¿Por qué no tienes coche?

Pueda que no tenga dinero para uno.

¡Genio!

Sí, eso tiene sentido.

—Es que, bueno, yo no sé conducir, por eso no tengo coche—dice algo avergonzado.

—Si quieres te puedo enseñar—digo sin pensarlo.

Se queda en silencio.

Yo también.

 Popcorn LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora