Incluso si llego a ver morir las estrellas, mi amor seguirá igual de brillante

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Advertencia: Ligeros spoilers del manga.

El tiempo en el barco transcurría de forma lenta y tranquila, lo que Ginro hacía notar cada cierto tiempo con sus constantes quejas y lamentos sobre lo aburrido del viaje.

— Porque apenas hay nubes. — Respondió suavemente Ukyo, que era una de las pocas personas en responder de esa forma ante sus quejas.

Ginro no se sintió satisfecho con su respuesta, lanzando al aire otro quejido que hacía parecer como si en lugar de estar aburrido, alguien lo estuviera azotando contra el piso.

— ¡Noo! ¡Ya no lo soporto! ¡Esté aburrimiento me está matando! ¡¿Cuántas semanas faltan?!

— No lo sé con seguridad, puede llegar a tardar un par de meses.

Ginro solo suspiró derrotado, con los brazos flojos, e inclinándose de tal manera que sus extremidades llegaban al suelo.

Ukyo se sintió mal por el menor. Pero no había nada que pudiera hacer a parte de escucharlo.

Ukyo y Ginro se encontraba en el través del barco, sin mucho que hacer más que observar el mar y el cielo, ambos impecables y pintados de diferentes tonos de azul, sin ninguna nube o tierra a la vista. Era hermoso para muchos, pero Ginro ya estaba comenzando a hartarse de solo observar el mismo azul a cualquier lado que mirará, ni siquiera había visto pasar ni una sola ave desde hace horas.

De pronto, algo cruzó por la mente de Ginro, algo que tal vez podría distraerlo de su creciente aburrimiento, aunque solo fuera por un rato.

— Entonces... — comenzó mientras de a poco se levantaba del piso, con sus energías renovándose. — ¿Cómo van las cosas entre Ryusui y tú?

Eso hizo que la sonrisa de Ukyo bajara formando un gesto de dolor. Incluso Ginro pudo verlo reflejado en esos ojos tan claros como el cielo que ya estaba tan cansado de ver. Tal vez fue por eso que se dió cuenta, porque estaba tan acostumbrado a ver un azul inmaculado, que le resultó extraño observar en los ojos del mayor un azul manchado de tristeza.

Eso lo puso incómodo ¿No se suponía que todo iba bien? Tan solo hace unos días los había visto tomados de la mano. ¿Acaso había rechazado a Ryusui otra vez? Pero si fuera así, no se suponía que fuera Ryusui quien estuviera deprimido ¿Acaso ya habían empezado a salir y Ukyo se estaba arrepintiendo?

— Todo está bien. — Ukyo respondió después de unos segundos que para Ginro le resultaron eternos.

Pero la tristeza en sus ojos no se iba, no importaba si ahora intentaba cubrirlo con una sonrisa.

— Claro... — el rubio jugó con sus pies no muy convencido, tambaleándose de un lado a otro, con la curiosidad empezando a florecer— Entonces... ¿Eso significa que ya están saliendo o....?

— No estamos saliendo, Ginro.

— ¿Pero entonces por qué...?

Y como si el cielo se apiadara de Ukyo,  pudo escuchar el sonido de pisadas sobre madera, viniendo a una velocidad impresionante. No mucho después, se oyó un grito.

— ¡Mi señor!

Ginro salto en su lugar, girando para encontrarse con un Matsukaze muy preocupado que no paraba de revisarlo en busca de algún daño.

— ¡Escuché sus gritos desde lejos! ¡Pero no lo encontraba por ninguna parte!

El rubio no paraba de ser sacudido por los hombros, teniendo la mirada desesperada del espadachín sobre él.

— ¡Estoy bien! ¡Relájate! — Ginro gritaba, intentando detener la inspección.

Matsukaze era otro de los pocos que podía tolerar a Ginro, incluso podría ser el único que en verdad llegaba a tomar sus palabras en serio.

Dí que sí (Ryukyo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora