Capítulo 5: EXPECTATIVAS Y EMBOSCADAS

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Asentí para mí misma, con una mirada desafiante y los puños apretados. Era hora de idear un plan para contratar.

—¿Qué fue lo que dijiste, Tammy? —cuestionó mamá volviéndose hacia mí, con el ceño ligeramente fruncido.

"Rayos, la había olvidado."

—Nada, mamá —mentí descaradamente —. Sólo recordé unos diálogos del nuevo k-drama que estoy viendo.

Alcé la vista hacia el reloj de pared, disimulando mover los labios mientras calculaba. Eran las 9 pm.

—Por cierto, ya es muy tarde —comenté con tono casual, aunque mi pie golpeteaba el suelo revelando mi impaciencia—. Mejor ve a casa antes de que oscurezca más.

Mamá cerró el congelador de un golpe seco que retumbó en la cocina. Se giró hacia mí cruzando los brazos sobre su pecho, con ese gesto acostumbrado tan típico.

—Irme? Ni hablar, jovencita —declaró inflexible, su mirada severa clavada en mí.

Mis ojos se abrieron desmesuradamente y sentí la boca caer ante su anuncio. ¿Se quedará? ¿Aquí? Quería protestar, pero mamá levantó una mano en señal de advertencia.

—Y no intentas negarte —la cortó con ese tono severo, sus ojos entornados en una mirada acerada—. Me quedaré aquí esta noche y mañana para asegurarme de que no descuides más tus responsabilidades.

-¿What? Pero si yo... —comencé a defenderme, tomada por sorpresa. Mis manos se movían nerviosas.

Mamá resopló con aire de resignación, negando lentamente con la cabeza.

—Tammy. Si te conozco bien es porque eres mi hija —su voz se suavizó apenas un poco—. El pobre Rocco no dejaba de maullar apenas entre, así que tuve que alimentarlo. —explicó con ese tono acusador.

Baje la mirada, sintiendo mis mejillas enrojecer por la vergüenza. Tenía razón, me hallaba tan ensimismada en los líos causados ​​por ese exhibicionista idiota, que descuidaba lo más básico.

—Estoy aquí para apoyarte —prosiguió con seriedad, una pequeña arruga apareciendo entre sus cejas—. Lo acordé con tu padre también. Él se ocupará de llevar a Ramiro para su práctica de fútbol.

Contuve un bufido molesto, sintiendo las uñas clavarse en mis palmas. Estaba a punto de estallar en un arrebato cuando apareció Rocco, restregándose feliz contra las piernas de mamá.

—Y si te sirve de consuelo, planearé una rica cena —añadió con un ligero intento de sonrisa —. Como en los viejos tiempos, ¿recuerdas?

Alcé la mirada de golpe al escuchar esas palabras. Por un instante, los recuerdos de aquellas tardes familiares, lejos de hostilidad y llenas de risas mientras revolvíamos cucharones en la cocina, me invadieron. Una leve sonrisa tironeó de mis labios.

—Sí, mamá... lo recuerdo.

Mamá se siente cómoda, antes de comenzar a sacar algunos productos para preparar la cena. Mientras la observaba moverse con esos movimientos enérgicos y decididos tan característicos, una pequeña parte de mí se alegró por tenerla ahí.

Más tarde esa noche, terminamos cenando entre algunos comentarios críticos que hacía sobre mi falta de modales al comer. Intenté hacer caso omiso mientras degustaba su rico platillo casero. El famoso estofado, insuperable.

"Receta secreta"

Al terminar de cenar y fregar los platos, comentamos dirigiéndonos al cuarto, sobre mi último mes de vacaciones antes de volver para la uni. Esforzándome, le di algunas respuestas vagas.

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⏰ Última actualización: Apr 15 ⏰

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