Solté un suspiro de alivio al ver que solo era Rocco merodeando por el patio. Negué con la cabeza, regañándome mentalmente por sobresaltarme tanto. Había dejado que el incidente con aquel intruso pervertido me pusiera demasiado nerviosa.
—Ven aquí, pequeño travieso —lo llamé con voz suave, agachándome para acariciar su suave pelaje.
El minino ronroneó, restregándose contra mi mano. Sonreí levemente, reconfortada por su inocente compañía. Rocco me recordaba lo mucho que en el fondo anhelaba esa conexión cálida.
Sacudí la cabeza, intentando despejar mi mente de ese incómodo recuerdo. Dejé que el minino se adelantara para entrar primero a la sala. Una vez en mi habitación, me puse mi camisón de algodón, sintiéndome fresca y cómoda. Suspiré con alivio mientras me dejaba caer en el mullido sofá de la sala. Por fin, un merecido descanso lejos de payasadas en este relajante sábado. Tras el incómodo encuentro con aquel exhibicionista de ayer, Rocco y yo merecíamos un respiro.
Decidí prepararme un tazón de los tallarines con verduras que había dejado mi tío. El aroma reconfortante inundó la cocina mientras calentaba el plato y servía las croquetas de Rocco en su platito.
—A comer, pequeño glotón —lo llamé con una sonrisa, viendo cómo se apresuraba con su característico caminar elegante.
Me acomodé para comer tranquilamente, dejando que el gato persa se acurrucara a mis pies. En ese momento, mi teléfono vibró con una notificación del grupo ChittaChit de otakus.
—¡Genial! Una distracción perfecta —murmuré con una sonrisa.
Era Haru, luciendo un nuevo cosplay de Miyamura que le quedaba de maravilla con ese aire de chico malo pero tímido. Varias reacciones de corazones y stickers de chicas babeando llenaron la pantalla. Prácticamente podía escuchar los grititos.
—¡Kyaa Haru-kun, te ves tan guapo como Miyamura! 😍😍 —comentó una chica. —¡Cásate conmigo, por favor! —exageró otra en tono de broma.
Rodé los ojos y puse un sticker burlón de Shikamaru diciendo "Qué problemáticas".
—¡Muchas gracias! Pero mi corazón está apartado —respondió Haru con un guiño coqueto.
No pude evitar soltar una carcajada por el cringe. Ahí iba de nuevo con esa tontería de su "amor de la infancia" a la que llamaba Miko.
—¿Quién es esa? No me digas que tienes novia —escribió otra chica con varios emojis de corazón roto.
—¡Claro que no es mi novia! Lamentablemente solo fue amor cuando era niño —respondió Haru poniendo un emoji triste, pero con un tono dramático que sabía era totalmente falso.
"Si claro, por eso no sales con nadie que no sea 2D", pensé burlándome mientras escribía: —Baah, suerte con eso chicas.
Las notificaciones siguieron llegando con más chicas lanzándose descaradamente sobre Haru. Era tan típico, estaban locas por su atractivo rebelde con ese look de chico malo con piercings y tatuajes. En parte gracias a mí, ya que desde el tercer año de secundaria estuve a su lado guiándolo en su evolución.
"¡Luxray, yo te elijo!" pensé con una sonrisa traviesa al ver la videollamada entrante de Haru en la pantalla.
—¡El mismísimo entrenador estrella! ¿A qué debo el honor? —respondí con falso tono solemne.
Haru soltó una carcajada grave y ronca que conocía tan bien.
—Tan ocurrente como siempre, Tammy. ¿Cuándo dejarás de compararme con pokémones?
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Más allá del Manga
RomansaTamara Morgan es una soñadora empedernida, vive sumergida en fantasías románticas de mangas y k-dramas. Escéptica ante el amor real, prefiere la ficción idealizada. Pero su rutina de ensueños se interrumpe cuando Arvid Chambers, un enigmático chico...