Capitulo 4

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No pensé que esto llegaría a pasar, es como si el universo me hubiera jugado una mala jugada.

Quien diría que la primera vez que engaño a alguien en mis 25 años que tengo, y me dejó llevar por los sentimientos del momento, terminó engañando a mi novio.

Y solo pensar que es su primo y que está en el mismo lugar que nosotros, me pone los pelos de puntas. Todo dentro de mi está agitado. Cuando lo mire entrar por la puerta todo mi cuerpo reaccionó y vibro ante su mirada sobre mi.

Y todo los recuerdos de sus manos sobre mi, de sus labios en mi cuerpo y de el llenando todo dentro de mi. Casi me hace gemir en ese momento.

Se que el tampoco espero verme después de lo que pasó anoche.

De ver cómo una desconocida se te mete al cuarto, te seduce y luego huye del lugar como si nada.

Todo fue una completa locura.

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—Nos hemos reunido aquí para celebrar la unión de estas dos personas...—el sacerdote comenzó con la ceremonia y yo no podía evitar mirar de vez en cuando a James y saber que el también me miraba.

Estaba en las sillas del otro extremo sentado. Se había colocado un traje azul oscuro que resaltaba sus anchos hombros y ese cuerpo que se apretaba cada vez que hacía un movimiento, ese hombre debería rondar los treinta años. Lo que no entendí fue porque Harold nunca lo nombró, yo ya había visitado a la familia en otras ocasiones, pero nunca escuché de el.

—Pronto seremos nosotros los que estemos así. —harold tomo mi mano y me miró, yo le sonreí, Pero algo dentro de mi se instaló. Algo llamado culpa.

Como le decía que lo había engañado y peor que no sabía que era su primo.

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La hora de lanzar el ramo había llegado y yo estaba en medio de todas esas chicas entusiasmadas por atrapar el ramo de rosas lilas. ¿Como llegue hasta aquí?.

Bueno Harold casi me empuja para que entrara entre las chicas y atrapar el ramo.

—A la cuenta de tres, todas listas. —anuncio la prima de Harold dándonos la espalda y alzando el ramo varias veces preparándose para tirarlo.

Yo estaba nerviosa, y no era por no atrapar el ramo. No.

Era por aquella mirada de ojos casi negros sobre mi, su mirada estaba tan intensa que mi corazón estaba que me salia del pecho. Y lo peor el sabía que estaba causando en mi un revuelo de emociones.

Era como si le divertía aquello, como si estuviera disfrutando jugar con mis sentimientos. Como si quisiera desnudarme con la mirada.

—Uno..,dos...y tres. — el ramo salió disparado y mi respiración se acelero cuando ví como giraba en el aire y este caía sobre....mi, mis ojos se abrieron como platos y los aplausos se escucharon a mi alrededor, yo estaba todavía en shock. Levanté mi vista y no fue hacia Harold, no, fue hacia aquel hombre que tenia una sonrisa picarona en sus labios.

—Felicidades, ya sabemos quién será la próxima. —mi suegra aplaudió, yo sonreí un poco forzada.

—Si, verdad amor, que muy pronto será. —harold llegó a mi lado y me dió un beso corto en los labios. —Bueno ahora vamos a disfrutar la noche. —la gente paso a las mesas que estaban a un lado y la música empezó a sonar, pronto el vals de los novios se dió y luego todos estaban relajados, hablando, riendo, bailando y otros compartiendo cualquier cosa.

El Sol ya se había ocultado y la brisa estaba un poco fresca, no había tanto calor.

La playa estaba cerca de donde estábamos, algo que me gustó mucho, pues sería muy lindo caminar un rato por la orilla.

Yo no era de estar entre tanta gente.

Prefería un poco de paz y silencio, en el hospital ya tenía mucho alboroto.

—Ten amor. —harold me dió una copa de champagne y el tenía un vaso de whisky.

—No bebas de más amor. —le tome la mano con la mía, no es que fuera sobre protector con el.

Es que cuando Harold bebía de más podía ser un poco idiota y hasta problemático. Muchas veces hablé con el que debía buscar ayuda, pero solo logré que se molestará y me dijera que el no tenía ningún problema.

—No beberé mucho, lo prometo ahora quiero que bailemos. —me llevo del brazo y nos adentramos a la pista donde ya habían varias parejas bailando, incluyendo a su primo James, quien tenía tomado de la cintura a una chica rubia que no reconocí quien era.

La música suave nos envolvío y yo coloque mis manos en los hombros de Harold quien tomo mi cintura y me guío en el baile, no podía tampoco negar que Harold tenía su toque romántico, eso fue lo que me atrajo a él.

Sus lindos detalles, sus cenas y esas lindas noches juntos.

Pero eso después de unos seis meses, comenzó a cambiar, no teníamos mucho tiempo por el trabajo, más que todo el mío, el hospital me tomaba mucho tiempo.

Y con eso llegaron las peleas, las noche en que Harold salía a tomar y llegaba muy tarde, las veces que me dejaba esperando por el.

O las veces que ya ni el amor me hacía, justo como ayer.

—Te noto un poco extraña, ¿Tienes algo?. —harold me habló y me miró.

—Seguro estoy cansada. —tuve que mentirle, por qué como le decía que dentro de mi había un huracán de sentimientos y culpa.

—Seguro, si quieres nos quedamos un rato y luego subes a descansar. —me propuso, por un lado me alivio que no me pidiera subir y tener relaciones, pues la marca de mi seno seguia allí, oculta bajo mi vestido. Un vestido de delgados tirantes y de falda hasta los tobillos, era de color rosado.

Pero me molestó un poco que me dijera que me podía ir a descansar y el se quedaría aquí, sin subir y compartir conmigo. Por segunda noche.

La música cambio y la gente se animó cuando una salsa inundó el ambiente. Mire como algunos cambiaban de parejas y seguían bailando, se veía divertido.

En un movimiento de vueltas que me hizo dar Harold, me soltó y me atrapó otras manos, unas que enviaron corrientazos por todo mi cuerpo y me estamparon contra su pecho, haciendo que soltara un pequeño gemido de sorpresa.

Pude ver cómo su rostro estaba a solo centímetros del mío, y de como anclo sus manos en mis caderas y me las apretó, dando círculos con su pulgar en esa zona tan sensible que eran mis caderas, mi corazón estaba que salía por mi boca.

El se acercó a mí odio y susurro, para que nadien más escuchará.

—Todavía recuerdo tu olor. —aspiro en mi cuello y eso me hizo estremecer . —como tú cuerpo se estremecía por mis toques. — apretó un poco más mis caderas. —Y de como tus gemidos llenaron la habitación del hotel. —al finalizar eso un gemido traicionero broto de mis labios y el me sonrió cínicamente y me hizo girar quedando otra vez frente a Harold.

—Qué divertido es esto. —me exclamo Harold y yo solo podía buscar la manera de que mi respiración se calmara.

¿Que haría ahora?.

¿Cómo podía resistir esa tentación que seguía mirando mi cuerpo?.

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