Han escapado del campus de la Universidad el día anterior, y ahora los ocho se adentran más y más en las inmensidades del oscuro y frío bosque, observando las figuras tenebrosas a sus alrededores y entendiéndolas lo mejor posible. Jeongguk se adelanta a cada rato y luego vuelve a Jimin para protegerlo a él, o a sus amigos, con una cara que refleja la responsabilidad que siente; agreste, fría, pálida como siempre, pero algo nuevo brilla en sus ojos usualmente opacos y oscuros como profundos agujeros al Más Allá.
Jennie es quien se ha tomado mejor la situación, toma de la mano a Lalisa en todo momento pero además de ese detalle, nada de su preocupación se refleja en su andar, o en su expresión seria y calculadora. Jimin no sabe cómo estará el otro grupo directamente, sólo puede ver los mensajes que de vez en cuando le llegan al chat grupal, pero incluso habiendo pasado el mediodía y habiendo comido gran parte de lo que se robaron en la mañana del hostal, no puede quitarse de encima el dolor de estómago que tiene, como si deseara comerse un león entero, con pelaje y todo. Está pensando mientras pisa y sigue caminando, temiendo que algo pase mientras no esté viendo a sus amigos del otro cuarteto.
Pero es cuando Jeongguk se detiene, y hace que los otros tres también detengan el paso.
─── Razvan. ─── lo llama a la lejanía del bosque, y Jimin puede ver la silueta enorme del monstruo que lo atacó a él y a sus amigos hacía unas semanas. Bufa, el halo de su aliento podrido flota alrededor de la cabeza canina y extrañamente humana a la vez. Los ojos destellantes, inyectados en sangre, los miran a ellos, pero no da un paso ni adelante ni atrás. Parece estar esperando a que Jeongguk lo siga, camine hacia a él, como si fuera una trampa.
La bestia, con una risa grave y omnipotente, se parece jactar de la situación del vampiro.─── ¿Qué pasa, bastardo? ¿Ya te estoy dando un poco de respeto? Arrodíllate ante mí, basura.
─── No. ─── decreta Jeongguk, y Jimin puede ver su expresión arrugada y deformada por la rabia que lo sobrecoge, tan ardiente como un fuego solar. Tan incómoda que aprieta sus manos en puños constantemente.─── Hemos tomado el riesgo de venir a por ti, seguirte. No voy a permitir que nos humilles aún más, Razvan. Tus ideaciones paranoicas no son nuestra responsabilidad.
─── Y aún así, viniste a matarme. ─── la bestia se pone en cuatro patas con un zumbido asqueroso retumbando en el bosque, algo acecha por encima de ellos. Jimin alza la cabeza y puede ver a miles de moscas dando círculos encima de sus cabezas, como esperando a que alguien se muera para comer y poner sus huevos en la carne putrefacta que estuviera a su futura disposición. Como si fueran aves rapaces y no insectos a la espera de lo que ocurriera. Jennie parece darse cuenta también, porque mira a Jimin con los ojos opacos llenos de ideas. ¿Qué se le estaría ocurriendo a la chica?─── Viniste a ser tú el verdugo de mi día final. Un bastardo como tú nunca debió unirse a la familia y quitarme mi lugar. ¡Mis padres me amaban antes de que tú aparecieras!
Jennie se arrastra hacia atrás, observando atenta lo que ocurría frente a ella. Agarra la mano de Jimin para que le siga el paso, mientras que Lalisa se da vuelta con los ojos abiertos, oculta detrás de la enorme figura de Jeongguk. '¿Qué están haciendo?' pregunta modulando las palabras pero sin sacar voz, como si no quisiera que Razvan se entere de su presencia. Con una mirada triste, Jennie toma la mochila de Jimin, quitándosela de encima.
Segundos más tarde, en los que los dos seres centenarios discuten sin parar sobre lo que es el amor paternal, fraternal, y lo que vale la pena cuidar dentro de la familia, el valor, el significado que tiene la familia, Jennie abre la mano de Jimin para ponerle una daga de plata encima. Jimin admira por unos segundos el brillo de la daga, las manchas viejas de lo que parece ser sangre de hace muchas décadas, antes de dirigirse directamente a la vampira con una sonrisa agradecida.
─── Protege a Lisa por mí. ─── susurra el chico, sin esperar una respuesta. Aunque es capaz de escuchar a Jennie decirle claramente 'siempre me he encargado yo de eso'.
El ambiente helado del bosque tupido, húmedo, poco a poco se vuelve más caliente con cada palabra, cada frase exhalada por uno de los dos hermanos. Jeongguk se acerca más y más a Razvan, quien avanza de vuelta, completamente enajenado. Es tal cual como Jeongguk lo había descrito, el plan está cumpliéndose a rajatabla y daba un poco de miedo lo exacto que resultaba. Claramente conoce a su enemigo desde hace siglos.
Casi un milenio entero, quizás.
El primer y segundo paso ya están cumplidos: ir al bosque y buscar a Razvan, cuidando de no ser atacados en el camino. La presencia de sangre no haría más que alertar al hombre lobo antes de tiempo. Se arriesgaban a que la bestia atacara la universidad de nuevo, pero no resultó de esa forma porque, tal como había dicho el vampiro, la pelea es con él de manera muy personal. Todos los ataques externos han sido nada más que una provocación para liderarlo a este momento. En el que Razvan al parecer ha llamado a las moscas para que se alimenten de la carne muerta de los que queden sin vida.
Jimin es consciente de que falta un sólo paso del plan, pero es complicado cumplirlo del todo. Agarra la daga, extrañando el peso de la mochila sobre sus hombros, sabiendo que ese momento era decisivo para él y para todos sus amigos, seres queridos y demás. Jeongguk sigue hablándole, llegando más y más cerca de Razvan, provocándolo, intentando distraerlo. Camina despacio, en silencio, ocultándose tras la periferia de árboles que lo dejan ensombrecido e inescrutable. Sus ojos brillan como diamantes, húmedos como las hojas de los arbustos, apesadumbrado por la presencia del hombre lobo al que Jeongguk alguna vez llamó hermano. No es capaz de evitar suspirar en silencio, y desea haberse callado por completo pero al menos nadie se ha dado cuenta de su desliz.
Es el momento. Cada vez más y mejor la espalda de Razvan, peluda, con un color porcino debajo de toda esa capa de vello grueso y tieso. Se siente a sí mismo temblar, agarra aún más fuerte el mango de la daga de plata, y desea que todo pase lo más rápido posible. Muy en el fondo sabe que todo eso terminará ahora o nunca, y que más allá de lo que desee ocultar, tiene sed.
Una sed particular de la que nunca quiso hablar, pero está ahí, latente. Un deseo de venganza que va más allá de las palabras o del oprobio social. Tiembla más y más hasta que, aprovechando los gritos de la bestia y el hecho de que está lanzándole arañazos a Jeongguk, salta sobre su espalda con la daga brillando en la noche eterna del bosque...
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VAMPIROS EN EL ÁREA 𐙚 半分 . GGUKMIN AU.
Fanfiction« Una venganza no puede realizarse con el corazón desgastado, cuando el alma se agrieta y luego es sanada... Me refiero a que, mi Vida, necesitas estar completamente seguro de verle de nuevo el rostro a aquella bestia desalmada que lo dejó a usted...