5

68 12 7
                                    


Lo lamentaba, lamentaba no haber escuchado los absurdos cuentos sobre no jugar el agua después de las 12, tal vez, tal vez si le hubiera hecho caso... ¡Maldita sea, Arlo! ¡Tú nunca le habrías dado la razón porque los cuentos no existen!

"¡Déjame en paz! ¡¿Qué demonios te hice para que me tortures maldita cosa?!". Siguió retándolo mientras miraba horrorizado sus cosas estrellarse contra las paredes y el suelo. Intimidado por lo agresivo que estaba siendo la cosa.

A partir de esa noche, él dejaría de llamarlo cosa.

RAS RAS

Bajo sus pies, en el piso alguien arañaba, la madera rechinó y crujió, las líneas pronto fromaron letras y esas letras formaron una palabra.

RAS

Arlo retrocedió mirando horrorizado el nombre grabado.

'JOHN'

"No es cierto...". Él susurró. "N-no... ¡John está muerto!".

Tap

Un paso acercándose.

Tap

Retrocedió. Sus pies entumidos por el miedo no lo dejaron avanzar mucvo.

"¡Estás muerto! ¡Dijeron que te suicidaste!". Volvió a afirmar sin saber a quién de los dos quería convencer. "Y-yo fui a tu funeral, vi tu cuerpo, consolé a Seraphi-"

¡CRACK!

Un arreglo estrellándose a su costado.

"¡¿Por qué me haces esto?! ¡Ya te pedí perdón muchas veces!".

En pánico, Arlo intentó correr, pero terminó tropezándose. Miró sus pies sin ver nada de lo que lo hizo caer. Entendió que John no planeaba dejarlo irse.

"Sé que es mi culpa que eso pasara, yo lo inicié. Pero te juro que jamás quise que terminara así. "Sus ojos se llenaron de lágrimas y su voz dejó de temblar de miedo a volverse acuosa de la tristeza. "No lo sabía, si lo hubiera...si yo...por favor...".

Asustado, se arrastró hasta la esquina de la habitación.

Al lado la gran figura imponente de su armario caía sobre él para aplastarlo. Sus ojos se afilaron y se hizo de un escudo con su habilidad activada. Algo tan pesado que no es fácil siquiera de mover había sido arrojado sin consideración directo a su cabeza.

Intentaba lastimarlo.

¡Quería matarlo!

Era así, porque no se paró allí.

Los muebles de la casa pronto comenzaron a caer y estrellarse unos contra otros en colisiones abrumadoras. Los cuadros cayeron al piso y los libros se arrojaron contra las paredes. Hubo más objetos que arrojaron a su barrera y a pesar de que ninguna de ellas logró alcanzarlo él comenzó a sollozar dolorosamente. Cubrió sus oídos y cerró los ojos mientras seguía pidiéndole perdón.

"He cargado desde ese día la culpa, me torturo siempre con esos pensamientos, por favor... detente".

Estando en la esquina de la habitación, permaneció en silencio. Arlo abrió los ojos y miró el desastre que lo rodeaba sin moverse. Ningún otro movimiento, ningún otro sonido, no había nada, como si ese desastre de allí no existiera en primer lugar, porque el agresor dejó de moverse y la víctima no podía reaccionar lo suficiente.

Sss

La respiración en su oído.

Esa respiración.

Dentro de su barrera.

Intentó reaccionar, pero fue demasiado lento y las manos de la cosa, de él, estaban sobre su cuello estrangulándolo y su cuerpo tumbado en el piso con dolor.

Manoseo, con los reflejos de sostener las muñecas de quien lo oprimía. Pero no estaban, incluso cuando agito las manos para golpear a la cosa, persona, que no parecía intentar detenerse.

Estaba seguro.

No se trataba de una habilidad de invisibilidad como la de terrence.

La cosa, era algo que había sido sacado del infierno.

Solo para traerle su propio infierno a las puertas de la casa de Arlo.

Siguió luchando, con el aire escapándose.

Sintió los dedos hormiguear.

Sintió las piernas dormidas.

Su propia cara dejó de sentirla.

Su visión de volvió borrosa.

Y los mareos casi lo arrastran fuera de la conciencia.

¡Cof, cof, cof!

Tosió, volvió a respirar, arrastrando el aire con desesperación hacia sus pulmones, no le importaba quemarlos, solo quería detener su camino hacia la muerte. Palmó su cuello, eran marcas de dedos, podía sentirlas clavados en su piel.

No había manera de permanecer allí más tiempo, nada iba a detener a John de acabarlo si decidia tentar suerte.

Se levantó, corriendo hacia la puerta.

"¡Por favor! ¡Déjame salir!".

En la cima de las escaleras, las dos manos lo empujaron y el rodó por las escaleras sin preocuparse por defenderse. En el suelo, con el hombro dislocado y una muñeca rota, la adrenalina lo hizo levantarse y huir.

Siguió corriendo por las calles apenas alumbradas, su corazón bombeaba sangre con desesperación y mientras siguiera así todavía tendría alguna oportunidad; la bilis subió por su garganta, pero se la tragó; sus ojos derramaron lágrimas, pero las secó; sus oídos sangraron y los ignoró.

La vista de la luz encendida de Seraphina no fue suficiente para calmarlo. Subió dando zancadas y saltos tan altos como su cuerpo le permitió. Una vez llegó a la puerta azotó sus puños y miró frenéticamente hacia los lados.

"¡Ábreme! ¡Seraphina! ¡Abre!".

Los gritos rasgando su garganta.

Sera no había terminado de abrir la puerta cuando él se abalanzó dentro y la hizo cerrar la puerta con seguro.

Sera estaba sorprendida, molesta por esa entrada invasora, pero su ceño fruncido se desvaneció cuando notó lo agitado que Arlo estaba. Notó su cuerpo temblando y lo ansioso que estaba, intentó calmarlo.

"Oye, no te vez nada bien".

Arlo se atragantó con sus palabras.

"Debí decírtelo, p-pero yo no quería creerlo. ¡Maldita sea! ¡Si no fuera tan orgulloso!". Continuó. "¡Él casi me mata! ¡Vino en forma de fantasma para vengarse porque lo arrastré al suicidio!".

Ella lo miró preocupada.

"¿De qué estás hablando? Pareces un loco".

"¡Mira!". Tomó el cuello de su camisa y la abrió de un tirón, los botones salieron disparados y a Seraphina casi le un ataque si no fuera por Arlo mostrándole su cuello herido. "¡En mi cuello, están las marcas de sus dedos cuando intentó ahorcarme!".

Ella mostró un rostro de espanto.

"¡Dios mío, tienes un sarpullido horrible!".

"¡No!". Él gritó. "¡Entiende!".

"Debemos atender esto antes de que se infecte".

Cuando ella intentó irse, Arlo la sujetó por los hombros.

"¡John, John me las hizo!".

Seraphina lo miró.

No dijo nada.

No hizo nada.

Solo mantuvo sobre él la mirada de unos ojos opacos que estaban muertos.

"¿John? ¿Quién es John?".

Duchas de Media NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora