Ian...
La luz de la luna se filtraba por la ventana, pintando el rostro de Ian con suavidad y el silencio de la noche envolvía la habitación. Ian dormía plácidamente, su respiración tranquila como una melodía suave. Sus labios curvados en una sonrisa, como si estuviera soñando con algo hermoso. Ada, en cambio, no encontraba paz. Su corazón pesaba como una roca y la tristeza la envolvía como una niebla fría.
El rostro de Ian era una obra de arte en reposo. Ada cerró los ojos y lo escaneó con las manos, como si quisiera grabar cada detalle en su memoria. Sus dedos rozaron su frente, sus pestañas, sus labios. Quería preservarlo todo, como si el tiempo pudiera borrarlo en un instante.
La cama se sentía fría y distante. Se levantó con cuidado, temiendo despertar a Ian. Sus pies la llevaron hacia la ventana donde la luna derramaba su luz plateada sobre el suelo.
Sin hacer ruido, Ada se vistió y salió de la habitación. Subió las escaleras hasta el techo de la casa, era su refugio secreto, lugar donde encontraba paz en las noches más oscuras. Las estrellas brillaban como faros en la inmensidad del cielo.
En sus manos llevaba un pequeño dispositivo, un escritor en braille, que Ian había creado para ella cuando no era capaz de ver las estrellas. La hoja de papel en blanco esperaba sus palabras. Ada cerró los ojos y dejó que las lágrimas fluyeran.
Con dedos temblorosos, Ada comenzó a escribir:
"La noche se vuelve eterna y las estrellas se convierten en testigos de mi dolor. Cada palabra que escribo me condena y cada oración concluida me destroza. Esto que estoy haciendo no tiene perdón de Dios. Me duele y me consume el alma el solo hecho de alejarme de vos, Ian..."
El sol comenzaba a despertar, tintando el cielo de tonos rosados y dorados. Ada bajó del techo y sus pies descalzos rozaban la madera. La carta en braille descansaba en su bolsillo, junto al pequeño dispositivo. Ian aún dormía, ajeno al huracán de emociones que la embargaba.
Se detuvo junto a la cama y lo observó por última vez. Su rostro tranquilo, la curva de sus labios, todo lo que había compartido con él. Ada recogió un bolso con sus pertenencias, sintiendo el peso de la decisión en cada objeto que colocaba dentro.
El amor no siempre es suficiente. A veces, el destino se interpone, y las promesas se desvanecen como humo. Ada sabía que debía alejarse, aunque su corazón se resistiera. Ian merecía una vida sin secretos, sin sombras.
El taxi esperaba en la calle. Ada se despidió de la habitación, de los recuerdos y guardó la carta donde, más tarde, él pueda encontrarlo. El conductor la miró con curiosidad, pero ella no dijo nada. Solo indicó la terminal de autobuses, donde su nuevo camino la esperaba.
Mientras esperaba la llegada del autobús, Ada observó la publicidad en una pantalla cercana. "Un karaoke, un lugar donde las voces se liberaban y los corazones se desnudaban" se leía. Recordó las palabras de su carta, escritas en braille:
"...Debo olvidarte, ya no puedo pensar en vos... Aunque lo repita mil veces tratando de engañarme a mí misma, sé que no lo lograré. Los recuerdos me invaden... tus caricias, tu voz. Eso, tu voz, es imposible de olvidarla.
Recuerdo aquella fiesta que me organizaste cuando cumplí mis diecinueve años. Fue uno de mis mejores días. Esa noche me sentí como una princesa ¿Lo recuerdas? Por un momento los invitados presentes quedaron en silencio y luego pude oír tu hermosa voz entonar una bonita canción..."
El pasado se entrelazaba con el presente. Ada cerró los ojos y recordó aquella fiesta de cumpleaños cuando cumplió diecinueve años. Ian le había sorprendido organizando un evento lleno de magia y risas. Por un momento, los invitados quedaron en silencio y luego, su hermosa voz llenó la habitación.
"...♫ Cada vez que dices que me amas, a mi corazón le brotan alas. De mí se quiere escapar y tu corazón conquistar, porque eres la flor que surgió en el desierto y la música que fluye en el viento... ♪
Desde ese día, tu voz se convirtió en el faro que iluminó a mi oscuro y destrozado corazón..."
Las lágrimas se mezclaron con la luz del amanecer. Ada subió al autobús dejando atrás su historia con Ian. El corazón roto; con la certeza de que el amor, aunque doloroso, siempre deja una huella imborrable en el alma.
El autobús avanzaba por calles familiares, pero todo parecía diferente. Como si el mundo hubiera girado un poco fuera de su eje. Y entonces, como si el destino confabulara en su contra. Vió a una niña sentada en uno de los asientos delanteros que sostenía un pequeño estuche de pintura y un papel arrugado. Con concentración infantil trazó un corazón con alas en el papel.
«El corazón con alas» Susurró en su cabeza. Ada sintió un nudo en la garganta. Le recordó el regalo que Ian le dio en su cumpleaños. Un enorme peluche con forma de corazón alado, tan torpemente adorable que había provocado risas y sonrojos en la fiesta.
"...A pesar de tu timidez, te atreviste a cantar para mí, delante de todos. Venciendo tus miedos. Y para agregar, provoqué tremendo papelón al asustarme cuando me entregaste ese enorme peluche con forma de corazón con alas. Juro que no puedo dejar de reír al recordar ese momento. Cuando lo toqué, di un grito de terror al no saber de qué se trataba. Su textura se sentía extraña al simple tacto, y me impresionó demasiado. De inmediato percibí el ambiente incomodo que se generó y cuando comencé a reírme, al darme cuenta de que se trataba, las personas me imitaron contagiosas. Si hubiese podido ver, seguramente, sabría que tu rostro estaría colorado de la vergüenza, por mi culpa..."
Recordó cómo había dado un grito de terror al tocarlo por primera vez, sin saber qué era. La textura extraña bajo sus dedos, la sorpresa al descubrir que era un peluche y no algo más serio.
La gente a su alrededor la miraba, curiosa. Ada no podía evitar reírse al recordar aquel momento. Las risas se habían contagiado y el ambiente incómodo se había disipado. El recuerdo era agridulce. Ian había sido valiente al cantar para ella, venciendo sus propios miedos. Y ella, en su cobardía, lo había dejado atrás.
El autobús se detuvo en una esquina. Ada miró por la ventana, viendo su rostro reflejado en las vidrieras de las tiendas. Ada cerró los ojos y se aferró a la imagen, deseando que el destino pudiera darle una segunda oportunidad. Pero sabía que las segundas oportunidades eran escasas y que había tomado su decisión.
"...Pasaron dos años desde aquel día: paseos juntos, cenas, karaokes, interminables filas para subir a los juegos en el parque de diversiones, y muchos momentos únicos e inolvidables a tu lado. Me será imposible olvidarte, Ian. Pero, tengo que hacerlo. Tal vez, este, sea mi castigo; recodar cada cosa que hemos hecho juntos y arrepentirme de tomar esta decisión, por el resto de mis días..."
Desde aquel día en que Ian cantó para ella, su vida había cambiado. Los paseos, las cenas, los karaokes. Cada momento a su lado era un tesoro, una joya que guardaba en el cofre de su memoria. Pero ahora, todo eso quedaba atrás.
El autobús arrancó de nuevo, llevándola lejos de Ian y de todo lo que habían compartido. Ada, por la ventana veía cómo los paisajes se desdibujaban en la distancia. El corazón apretado y las palabras de la carta resonando en su mente.
"...El sol está a punto de asomarse tímidamente por el horizonte, esta es mi señal para partir. Realmente voy a extrañar subir a este techo, a nuestro lugar, donde lograbas hacerme recordar lo bello que es el cielo estrellado. Esta noche las estrellas se alejan tristes viéndome escribir entre lágrimas y sonrisas.
Desde aquí puedo verte dormir, y me dan ganas abrazarte, de besarte por última vez. Lo siento, Ian. Hoy nuestro mundo, el cual construimos juntos, se cae a pedazos por mi egoísmo, por mi culpa.
Comienzo a ver como se despluman las de tu corazón, y por eso le pido a Dios que alguien más se cruce en tu camino y logre sanar tus alas nuevamente, y logres ser feliz.
Desde un comienzo supe que nuestro final era inevitable. Lo siento...
Cuando estés leyendo esto, ya me habré ido. Perdón, no puedo decirte los motivos de mi repentino adiós. Por favor, Ian, no trates de buscar respuestas.
Solo piensa que ya no te amo.
Ada."
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Olvidado Corazón Ⓒ
Teen FictionIan estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por Ada, incluso el sacrificio más grande. Pero su gesto de devoción se vio empañado cuando ella lo abandonó misteriosamente, dejándolo sumido en la oscuridad y con el corazón destrozado. Años más...