° Capítulo 3 ° ¿Compradores o buenos padres?°

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Tomamos un taxi hacía la casa de Dámaris, donde nos quedaríamos hasta encontrar un lugar a donde irnos. Mí cabeza no podía procesar tantas cosas, no me daba tristeza irme de mi casa, es algo que siempre quise hacer y nunca había podido; me sentía más libre, pero también me sentía culpable por todo lo que había pasado Thiago; él estaba muy deprimido cuando subió al taxi y yo no pude consolarlo, no supe como.

Cuando bajamos del auto estaban Dámaris y su madre en la puerta de su casa para recibirnos; es algo que les voy a agradecer de por vida

- Hola chicos, estoy al tanto de lo que pasó con sus padres, pueden estar tranquilos acá, Dami les va a mostrar sus cuartos, por favor ¡Pasen!

Dámaris nos llevó a nuestras habitaciones, estaban en el segundo piso, una al lado de la otra; particularmente me gustó mucho eso para poder estar cerca de Thiago, ella solo nos indicó dónde se encontraban y se fué a la cocina para hacer la merienda. Me encerré en mi cuarto y comencé a desempacar mi ropa y libros, estaba revisando que ninguno esté arrugado. Cuando cayó un papel de dentro de uno de ellos; mientras sostenía el libro abrí el papel. Estaba escrito con una letra que me costaba distinguir de quién era, estuve un minuto aproximadamente analizando lo que decía

- Claro, - dije en voz alta mientras la leía una y otra vez - Es la letra de Leo - agregué

- ¿La letra de quién? - escuché la voz de Dámaris que estaba recostada sobre el marco de la puerta como si fuera una madre divorciada de Estados Unidos. Me dió mucha gracia como estaba apoyada sobre el marco

Nadie, un amigo de cuando era muy chica, de Francia, me dió esta nota la última vez que nos vimos - le contesté mientras guardaba el papel -

Ella me conoce desde hace siete años, sabe cuando miento y cuando no, solo me miró con una expresión de: ¿Posta?

Yo solo me giré y seguí sacando libros, ropa, maquillaje, entre otras cosas que traje. Terminé de acomodar todo y fuí a ver a Thiago, quería saber como estaba o qué sentía; él no estaba ahí, así que salí a buscarlo por el terreno para ver si lo encontraba. Estábamos en un lugar con más de catorce hectáreas, tenía miedo que se perdiera, ya que no conoce tanto el lugar como yo. Estuve un rato largo buscando, pero no lo encontré, decidí volver para ver si ya estaba allá; cuando estaba llegando escuché la voz de mi madre y mi reacción fué nula, solo revolee los ojos y llegué a la entrada para ver que querían

- ¡Hija! ¿Estás bien? Estaba tan asustada ¡Qué bien que te encontramos! - me dijo mi mamá con los ojos llorosos

- Estaba perfectamente hasta que llegaron, ¿Qué quieren? - contesté mientras mantenía contacto visual con mis padres -

Solo me miraron con cara de vergüenza y tristeza, realmente no sé por qué, pero se notaba el arrepentimiento de mi madre, mientras que mi padre estaba duro como una piedra, ni siquiera era capaz de verme a los ojos. Eso me causo una ira demasiado grande, y mi mamá lo supo detectar solo con ver mis ojos

- Solo te pido que hablemos en el auto, solo nosotras dos, ¿si? - dijo mientras se acercaba hacía mí con los brazos estirados para agarrarme las manos

- Cinco minutos - le contesté; nos dirigimos al auto donde no había nadie, nos subimos a la parte de atrás para tener más espacio.

No tenía ni un poco de ganas de hablar con ella, me sentía mal por su culpa, por más que sabía que no lo era, me sentía mal por todo lo que pasó Thiago durante toda su vida.

- Emma, sabes que para tu padre y para mí esa señora nunca fué de nuestro agrado, tiene negocios ilegales, políticamente es un desastre, no queremos, y particularmente yo no quiero que vos estés acá, hija - dijo mientras me agarraba las manos

- No querés qué yo esté acá pero no te importa Thiago? No vamos a volver, mamá. Intentá mil cosas, hacé todo lo que quieras con abogados y jueces, pero cómo le rompas las pelotas a la familia de Dámaris, a ella, a Thiago o a mí, no me volvés a ver ni en pintura - mientras hablaba se le podía notar el miedo a no verme nunca más; supuse que no iba a responder nada, pero todos mis pensamientos del momento fueron interrumpidos por su voz

- Si no quieren volver, no vuelvan, no los voy a obligar, y menos si eso implica que puedo no volver a verte, vamos a comprar un departamento en el centro cerca de su escuela para que les quede cómodo. Ustedes pueden estar tranquilos y tu padre y yo también, ya que no van a estar en ésta casa. Mañana después del colegio los vamos a ir a buscar para llevarlos a su departamento. Juli llevará sus cosas de ésta casa a la otra.

- Van a pagar todos los gastos del departamento ustedes, ¿no? - le pregunté con cierto interés

-Claro que sí, el dinero no es un problema, hija. Todos los servicios, la comida, todo lo pagaremos nosotros; y te pasaremos a tu cuenta bancaria 800.000 pesos cada dos semanas para gastos, repartílos con tu hermano, ese dinero es para los dos

Me pareció muy raro que pensara en los dos, siempre lo excluyeron de todo y para todo, de la nada quieren que tengamos 800.000 pesos cada uno por mes, parecía que lo decía de verdad; siempre tuve razones para desconfiar de ello, cosa que siempre hice.

- ¿Por qué ahora quieren ayudarnos a mí y a Thiago? No me parece raro que me ayuden a mí, pero nunca quisieron a mi hermano; no me van a comprar tan fácil.

Abrí la puerta del auto y salí, mi mamá se quedó callada; no evitó que me fuera, desde que comencé a hablar con ella la noté rara; pero parecía triste, sentirse mal, parecía honesta por primera vez en su vida.

Entré a la casa, me pasé el resto del día ordenando y limpiando mi cuarto, había caído la noche cuando terminé de organizar todo. Cada una de las personas que vivían en la casa estaban en sus habitaciones.

Fue cuando sentí una vibración; era mi celular, lo giré para ver la pantalla de bloqueo, era una notificación de los mensajes. Desbloqueé el celular y entré a la notificación. Como esperaba, era un mensaje de mi madre.

Dejé el celular boca abajo e ignoré por completo el mensaje. 

Cada Cuatro AñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora