ocho.

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Mi cuerpo era un completo manojo de nervios, el sudor en mis manos me impedían tomar las cosas con mayor seguridad pues se resbalaban fácilmente, mi corazón no dejaba de latir a una velocidad impresionante y mi rostro estaba enrojecido de tantas emociones que se paseaban por dentro mío.
Escuchaba ‘Lover’ de Taylor Swift mientras me maquillaba. Agradecía completamente tener una hermana mayor que me enseñó a saber maquillarme antes que otra cosa. Terminada de colocarme gloss en los labios cuando escuché dos toques en mi puerta. Dí permiso para que la persona entrara a mi habitación.

Se trataba de Karen.

Mírate, te ves preciosa.— expresó de inmediato al verme.— Kevin quedará fascinado cuando te vea.

Sonreí ante el comentario.— Gracias.— respondí.— ¿Crees qué es suficiente gloss?

— Hermanita, el gloss nunca será suficiente.— contestó mientras se acercaba a lado mío.— Agrega un poco más.— sugirió. Al ser ella experta no dude en hacerle caso.

Ambas asentimos al notar que el maquillaje se veía perfecto. Enseguida pasé a vestirme, Karen me ayudó a quitar el vestido del gancho. Procedí a ponérmelo, mi hermana me ayudó a subir el cierre del mismo para que se ajustará de manera perfecta en mi figura. Según Karen el color jade del vestido encajaba perfectamente con mi tono de piel, resaltando mis facciones.
Solamente esperaba que Kevin tuviera el mismo pensamiento al verme.

— Ya quedaste. Pareces toda una princesa.

— Muchas gracias hermanita.— le dí un abrazo.— ¿A qué hora te irás?.

— Como a las nueve de la noche, cuando tú estés ya en la fiesta con él. Te enviaré mensaje una vez que esté en el aeropuerto.

Asentí.

La realidad es que Karen se iría a la universidad a la ciudad de Monterrey, la habían aceptado con una buena beca y aquello era importante porque teníamos la certeza de que la ayudaría a formarse de manera profesional.
Si, me dolía bastante no tenerla cerca pero al mismo tiempo sentía un orgullo enorme por mi hermana. Se convirtió completamente en mi ejemplo a seguir.

Mamá me lanzó un grito avisándome que Kevin ya se encontraba en la sala esperándome para irnos a la boda que asistiríamos. Un compañero de Kevin se casaba e invitó a varias personas del club, le habían entregado dos entradas a mi novio y no dudó en preguntarme si yo querría acompañarlo.

Tomé el bolso que me llevaría y bajé por las escaleras, tratando de imitar esas grandes entradas que hacen las películas. Dónde el chico se queda sin palabras al ver a su chica bajando luciendo su vestido y todas las horas de maquillaje y peinado que había invertido.

Inolvidable / Kevin Álvarez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora