Helena estaba segura de que Mingi no podía haber dicho lo que creía haber oido.
- ¿Qué?.- balbució atónita.
- He dicho que no vas a casarte con San.- le dijo él en un tono que no admitía discusión. Bajó la vista a la bandeja que le habian llevado a la joven con el almuerzo.- No estás comiendo nada. ¿Es qué quieres que vuelvan a ponerte todos esos tubos para alimentarte por via intravenosa?.
La habían subido a planta, y tenía su propia habitación, llena de flores, de amigos y conocidos.
- No tengo hambre.- contestó ella, observándolo aún con los ojos muy abiertos.
- Pues tienes que comer.- insistió él.- Ya has perdido bastante peso.
- Ya soy una mujer, Mingi. Deja de tratarme como si fuera una niña.- le espetó ella irritada.
Mingi bajó la vista al pecho de Helena, se notaban sus curvas de bajó del camisón de hospital. Le dirigió una pequeña sonrisa.
- Si, en ciertos sentidos te has convertido en toda una mujer.- le dijo en un tono sugerente.
Helena se sonrojó, irquiéndose para apartarse de él, Mingi se inclino hacía ella y rozó sus labios con suyos...
- Mingi, por favor... no...
El observó que parecia nerviosa, e incluso algo asustada.
- Lo que sientes es normal, Helena. El deseo a veces intimida un poco. A mí mismo me aterra el modo en el que te deseo.
Helena se estremeció, y cerró los ojos cuando él volvió a besarla con lánguida sensualidad.
Sin poder evitario las manos de Blair suhieron hasta los hombros de Mingi, y empezó a masajearlos mientras él devoraba sus labios.
- Dios, Mingi... no deberíamos hacer esto.- gimió.- estoy comprometida...
Pero él hizo el beso más profundo, haciendo que todo pensamiento sobre San y la honorabilidad se desvanecieran de su mente.
Emitió un suspiro ahogado de placer, y con manos temblorosas lo tomó por la nuca y lo atrajo más hacia si mientras él le introducia la lengua.
Era un beso fogoso y apasionado, a la vez bruco y firme.
El modo en que se estremecia entre sus brazos y los dulces sonidos que escapaban de su garganta fueron lo único que lograron devolver a Mingi la cordura.
Estaba todavía muy débil, aquello podia suponer una tensión emocional demasiado fuerte para ella.
Se separo, alzando la cabeza lentamente y buscó sus ojos.
- Perdóname, Helena.- le susurró.- Pero lo necesitaba tanto.... Vamos, deja de temblar, pequeña o pensarán que estoy torturandote.
- ¿Y acaso no es eso, lo que estás haciendo?.- le espetó ella con la voz quebrada.
Los ojos de Mingi se ensombrecieron y su mandíbula se puso rigida.
- Supongo que es la impresión que te da, ¿no es verdad?.- le preguntó con voz ronca.- Quiero mucho más que tus besos, Helena.- murmuró bajando la vista a sus senos, y la tirantez de los pezones delató hasta qué punto la excitaba.
La joven extrañada, bajo también la vista y se encontró con la prueba innegable del deseo de él.
- Si Helena, te deseo.- le dijo Mingi, cuyos ojos aún seguían en la misma dirección.- Y no puedo ocultarlo como lo has notado.
Ella se mordió el labio inferior, demasiado aturdida como para poder hablar.
- Tranquila, se me pasará.- le dijo el sonriendo con humor, mientras empezaba a cortarle la carne en
salsa que le habian llevado.
Helena notó que el tono de su voz era muy calmado, y que no parecia avergonzarle en absoluto que ella lo hubiera visto en ese estado.
- ¿No te importa que te vea, así?
- No particularmente.- fue la respuesta. Se rió al ver la expresión estupefacta en el rostro de la joven.- De hecho, me alegra que haya ocurrido.
- ¿Que te alegra?.- repitió ella confusa.
- Verás, esto... no me ha pasado con otras mujeres últimamente.- respondió Mingi mirándola a los ojos. De hecho, parece que tú eres la única que consigue que suceda.
Helena tenía los ojos abiertos como platos.
Mingi asintió con la cabeza.
- Si, lo he intentado pero, no pasó nada. La última vez fue en Denver, después de aquel día que te besé en la galería. Me llevé a una mujer muy atractiva a mi suite del hotel con la intención de apartarte de mi mente, y pesar de su belleza y su indudable experiencia. Pero...Ni siquiera pude fingir interés.
-¿Quieres decir que...?
- La palabra es impotente.- dijo él quedamente irónico,
- ¿Enserió?
- Solo con mirarte me excitas de tal modo que ni siquiera puedo sostener un tenedor.
Helena bajó la vista a su mano, y observó que, en efecto le temblaban ligeramente las manos mientras pinchaba un trozo de carne.
La idea de que hubiera estado con otra mujer hizo que los celos la devoraran. Se sentía halagada al saber que nadie, excepto ella podía despertar su deseo.
- Anda, abre la boca.- le dijo Mingi levantando el tenedor.
- No tienes por qué hacer esto.- protestó ella, pero aún así obedeció y aceptó la comida en su boca.
- Quiero hacerlo.- insistió él.- Te he herido cuando nunca fue esa mi intención. A partir de ahora voy a cuidarte.
'¿Que era todo eso?', se dijo Helena confundida.
¿Sentía lástima por ella?.
Lástima y deseo no parecían una buena combinación.
Quería llorar.
- Pero, San... - comenzó.
Los ojos de él relampaguearon al mirarla.
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Perfecta Para Él // 《SONG MINGI》
FanfictionTras su gran estatura y sus anchos hombros, Song MinGi escondía un corazón vulnerable. Por eso siempre había evitado a las mujeres. Aún que no podía dejar de pensar en su vecina. Pues se decía, que ella era demasiado joven para él. Helena también se...