part 25

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Al día siguiente el vaquero fue como le había prometido, fue a recogerla para llevarla a su hogar.

Mingi detuvo la camioneta frente a la casa de Helena.

Lori, la ama de llaves, una mujer de la tercera edad y algo bajita, estaba esperándolos en el porche.

El vaquero se sintió agradecido que trabajara en régimen de interna.

No le hacía gracia tener que dejar a Helena sola, y el estar con ella ponía a prueba su autocontrol hasta el mismo limite.

Únicamente su situación de convaleciente impedía que se rindiese a sus pasiones, porque, al contrario de lo que la joven creía, era deseo lo que sentía por ella, no remordimientos, ni lástima.

La deseaba de tal modo, que era casi como una fiebre.

Salió de la camioneta y la rodeó para abrir la puerta del copiloto para tomarla en brazos, siguiendo a Lori al interior de la casa, y después escaleras arriba hasta el dormitorio de la joven.

- ¡Qué alegría tenerte de nuevo en casa, Helena!.- exclamó la mujer mientras ascendían la escalera.- Hemos estado todos tan preocupados por ti, chiquilla...

- Gracias, Lori.- murmuró Helena.

Estaba pasando un mal rato, tratando de ocultar lo que le estaba causando el que Mingi la llevara en brazos.

Podía sentir los fuertes latidos de su corazón contra su pecho, y por el modo en que se le tenso el rostro, no le fue dificil imaginar que el contacto de sus blandos senos lo estaban excitando.

Para cuando llegaron al dormitorio, Helena estaba casi temblando y también ella se sintió agradecida por la presencia del ama de llaves.

- Bueno.- habló de pronto Lori.- Pues ya que el señor Song está aquí, aprovecharé para salir un momento a comprar unas cosas que necesitamos para el almuerzo.

- ¡No!.- exclamaron Helena y Mingi al unisono.

La mujer dio un respingo sobresaltadose, se giro para mirarlos.

Por un instante le pareció que los dos se habían sonrojado, pero se dijo que debía haber sido su imaginación.

- Solo serán unos minutos...- murmuró, frunciendo el entrecejo.

-:No se preocupe... Me quedaré.- habló Mingi tras carraspear un poco, mientras depositaba a Helena sobre la cama.

- Bien, estaré de vuelta en un santiamén.- respondió la mujer sonriendoles.

Salió de la habitación, cerrando tras de sí, y al cabo de un rato oyeron también el ruido de la puerta de la casa, el coche poniéndose en marcha, y cómo se alejaba.

Mingi bajó la mirada hacia la castaña, observando el modo en que sus hermosos cabellos castaño claro le enmarcaban el rostro.

Tenía las mejillas arreboladas, y sus ojos avellanas lo miraban embrujados.

La joven advirtió, por cómo subía y bajaba el pecho de Mingi, que su respiración se había vuelto irregular, y sus ojos descendieron hasta el cinturón del ranchero y al bulto inconfundible que se había formado más abajo.

Se sonrojó ligeramente, pero su mirada fue bajando, a las musculosas piernas, y volvió a subir hasta los anchos hombros, el rostro pálido y los caféses ojos profundos.

Mingi, por su parte, también estaba devorándola con la vista; primero las largas y gruesas piernas, después las sensuales caderas, los generosos senos. Los pezones se endurecieron de inmediato bajo la fina tela del vestido. Song tuvo que apretar los dientes y los puños para no lanzarse sobre ella.

Perfecta Para Él // 《SONG MINGI》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora