Capítulo especial: Recuerdos y texturas

102 12 11
                                    

Al principio todo fue oscuridad para el, escuchaba voces desde todas direcciones, aveces inaudibles otras veces palabras claras. Al pasar el tiempo pudo distinguir una voz más frecuente y más nítida que las otras, esa voz era de alguien llamado Freddy.

--Hijo, tranquilo todo va a estar bien.

--¡Sueltame!

Aquel grito fue estruendoso, últimamente no soportaba los gritos de ese tal "Freddy". Mientras los gritos se hacían más fuerte su dolor aumentaba, creía que iba a morir cuando de repente vió todo perfectamente, ya no estaba en el lugar oscuro. Había una mujer en el suelo y sus brazos ahora eran largos, delgados y morenos. Según los recuerdos de las voces aquella mujer debía tratarse de la mamá de Freddy. Sintió una sensación que no podría explicar en las manos, más quienes la conocemos le llamamos "calor". La mamá de Freddy se paró enojada y lo jaló del brazo hacia su cuarto. Al sentir la mano agarrando su muñeca pudo sentir otra vez el calor, eso le hizo deducir que probablemente el había provocado que la mujer estuviera en el piso, ya que tenía el calor en sus palmas, la había empujado.

--¡Te vaz a quedar aquí y no vaz a salir!

Lo metió a jalones a su cuarto, pero antes de salir sintiéndose un poco culpable, calmó su respiración y le habló más suave.

--Se que es difícil para ti, pero ya es de noche. Mañana terminas tú rompecabezas ¿Si?

Fred no tuvo oportunidad de hablar porque la puerta había sido cerrada. Observó la habitación de Freddy con cuidado, había una gran cantidad de juguetes, posters, y dibujos en las paredes. No sabía la razón, pero apesar de ser la primera vez que los veía, sabía el nombre de todas las cosas que estaba viendo. Deslizó su mano sobre la pared como si sus piernas fueran a flaquear y empezó a tocar todos los objetos sorprendido por sus texturas.
Se aventuró hacia una esquina de la habitación donde una estantería repleta de libros llamaba su atención. Sus dedos temblorosos exploraron las cubiertas, sintiendo la rugosidad del papel y la suavidad de algunas tapas plastificadas. Al otro lado de la habitación, una mesa de madera maciza atrajo su curiosidad. Al tocarla, experimentó la frialdad de la madera bajo sus dedos y notó las pequeñas imperfecciones que la hacían única. Cada objeto que encontraba parecía tener una historia que contar a través de sus texturas, y Fred se sumergió en ese mundo nuevo con asombro y fascinación.

Su felicidad fue asustada por la voz masculina que llegaba a la casa. Se trataba del papá de Freddy, conocía esa voz. Al instante ambos padres empezaron a gritar como acostumbraban impidiéndole disfrutar de su excursión de objetos agusto.

No tardó en sentirse atrapado en la habitación mientras los gritos de los padres resonaban desde la cocina. Intentó taparse los oídos para bloquear el ruido, pero era inútil. La frustración creció dentro de él al darse cuenta de que no podía escapar del caos que lo rodeaba en un cuerpo real. Cuando estaba dentro de ese mundo oscuro el podía decidir hasta cierto punto cuánto escuchar, aveces se dejaba sumergir como una sombra en la oscuridad y el sonido casi desaparecía por completo.

Cada sonido resonaba en su mente con una potencia inimaginable: el estallido de vidrios rompiéndose, el lamento desgarrador de la madre, los gritos ensordecedores del padre y el eco de los golpes en los muebles. La desesperación se apoderó de él mientras intentaba en vano bloquear los sonidos que lo invadían, sintiendo cómo el estrés se acumulaba hasta límites insoportables. Quería desaparecer, quería que el ruido cesara, pero nada podía detener la avalancha de sensaciones que lo envolvía. Con un nudo en la garganta y el corazón palpitando con fuerza, Fred anheló escapar de ese torbellino de angustia que lo consumía, deseando que la calma finalmente llegara, y llegó.
Al volver abrir los ojos estaba en su acogedora oscuridad, aquel espacio que antes le aburría ahora le pareció tan acogedor. Lo que ocurriera fuera de ese mundo era asunto de Freddy, el no tendría nada que ver con eso, y así fue durante dos años enteros. Años donde Fred escuchaba los sollozos del castaño y se sentía un poco mal por el, pero hasta ahí, no tomaría su lugar.

FNAFHS (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora