CAP. 16

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-Habían dicho una semana -fueron sus primeras palabras aunque había llegado hacía varios minutos atrás, miró al hombre que estaba del otro lado de la ventana en el interior de la sala sentado sujetando las manos de su hermana menor-.. pero no merece seguir sufriendo

El personal médico en el interior comenzó a quitarle los aparatos. Los médicos ya habían determinado el final de la mujer en cuanto notaron la falta de reflejos durante la evaluación médica, no había nada que hacer.

Miró al florero cuyas flores parecían frescas, eran unos crisantemos, unos lirios de hielo se formaron en su mano que luego bajo una pequeña luz desapareció de su mano.
El azabache miró el jarrón que ahora también estaba decorado por unas delicadas flores de hielo.

Los pasos acercándose la hicieron observar un lado del pasillo, aquel oficial que habían puesto a su disposición se acercaba, para su gusto hablaba mucho, en silencio la soldado retomó el camino de regreso, ya no había que hacer, las palabras de consuelo tal vez aliviarían la pérdida pero no cambiarían nada más, además era algo que no se le daba bien. Los guardias apostados a los lados de la puerta, vigilando, la despidieron con un asentimiento.

Continuó el camino dejando al azabache para que trate con el oficial, incluso luego de abandonar el pasillo todo el sitio era fatalmente silencioso.

Se quedó a un lado del ascensor mientras esperaba que subiera. Escucho un alboroto del otro lado del pasillo.

- Llamen a seguridad!

Despegándose de la pared apresuró el paso e ingresó al pasillo, un hombre con su ropa de enfermo se adelantaba con el soporte de su suero en mano, sacudiéndolo a diestra y siniestra mientras avanzaba.

El sujeto golpeó la gorra de Luna, arrojándola varios pasos atrás de ella, tomó la muñeca con la que maniobra a el objeto y luego lo agarró por el cuello empujándolo contra la pared, intento ser lo más gentil con el paciente al momento de retorcerle el brazo hasta someterlo.

-SUELTAME, SUELTAMEE! -no paró de exigir entre gritos incluso hasta que llegó la seguridad y lo tomó.

-Lo siento, -se apresuró uno de los enfermeros- todo está en orden, vuelvan a sus cuartos -les dijo a los demás pacientes que salieron a ver el alboroto.

Luna observó como lo sedaron para llevarlo de regreso, relajó sus hombros que estaban tensos y volteó a buscar su gorra.

-Sakura! Mí Sakura! -se sobresaltó al ver a una mujer, varios centímetros más baja, está la tomó de las manos, su rostro era el mismo que anhelaba ver de chica solo que ahora también tenía líneas de expresión producto del envejecimiento.

De inmediato se hizo a un lado aunque no sirvió para deshacerse de aquel fuerte agarre, no pudo evitar espantarse al ver que estaba siendo sujetada de esa manera y por esa mujer, la repulsión fue inevitable.
Asqueada tironeó su brazo y se alejó retrocediendo, chocando contra el azabache.

La mujer tambaleó pero fue rápidamente agarrada por una enfermera que había notado su desaparición y salió a buscarla, miró de tal manera a la peliblanca que parecía haber sido testigo de un gran pecado.

- Lo lamento, tiene fobia al contacto físico.. -excuso el azabache.

La mandíbula de Luna se tenso, estaba apretando su mordida en un intento de mantener el control sobre sí misma. Lo último que necesitaba era que la hicieran ver más débil frente a esa mujer.

-Cállate -exigió en un intento de recomponerse mientras sentía cómo su pecho se contraía y como cada fibra de su músculos rogaba por desistir. Tragó saliva y tomó la gorra del suelo para volver a cubrir su cabello- Estoy bien. Tengo trabajo -dijo con una mirada oscurecida- vuelve sólo.

EN LA MIRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora